Los venezolanos Jhoan Faneite y su hijo adoptivo Luis Zerpa trabajan en la funeraria Piedrangel, a la que el gobierno de Lima contrató para sacar de las casas los cadáveres de personas infectadas con covid-19 para luego incinerarlas.
Cientos de peruanos están muriendo en sus hogares. Por lo general, las zonas cercanas a los mercados de alimentos que se han vuelto los focos de contaminación más peligrosos, según las autoridades.
Y la labor de recoger los cuerpos recae en personas como Jhoan, de 35 años de edad, y Luis, de 21 años de edad. Ambos abandonaron Venezuela hace dos años por la crisis económica en ese país.
“Todos los días me encomiendo a Dios para no contaminarme”, dijo Jhoan a la agencia de noticias. El hombre trabajó como electricista en Venezuela antes de emigrar.
Todos los días de la semana, incluso de noche y madrugada, ambos venezolanos juntan los cadáveres y los trasladan en carrozas fúnebres entre los barrios marcados notablemente por las diferencias económicas.
Redacción Maduradas con información de Associated Press
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