La detención de la niñera del ministro venezolano Elías Jaua por parte de las autoridades brasileras en el aeropuerto internacional de Guarulhos, en Sao Paulo, sacó a la luz una serie de posibles delitos cometidos por el alto funcionario, su personal de confianza y miembros de su familia. Conocida de manera coloquial como “la nana”, Jeanette Del Carmen Anza fue atrapada el pasado 24 de octubre por los agentes del orden en Brasil con un arma de fuego cargada, propiedad de Jaua, luego de descender de un avión de la compañía de petróleo de venezolana PDVSA.
Según la base de datos oficial del Instituto Venezolano de los Seguros Sociales de Venezuela, Anza no ha cotizado nunca en ese sistema tan defendido por el Gobierno de Nicolás Maduro como un logro de la «revolución chavista» que, según el oficialismo, garantiza un derecho laboral contemplado en los artículos 17 y 207 de la Ley Orgánica del Trabajo.
Estos artículos establecen que desempeños como el de amas de casa, “choferes particulares, camareros, camareras, cocineros, cocineras, jardineros, jardineras, niñeros, niñeras, lavanderos, lavanderas, planchadoras, planchadores y otros oficios de esta misma índole, se regirán por lo contenido en esta Ley a todos sus efectos”.
Pareciera que el agradecimiento a la «nana» del ministro Jaua en una carta pública en la que explicó el incidente y en la que comenta que Anza es una «trabajadora de estricta confianza» se va por tierra al no ofrecerle a la empleada un beneficio básico defendido por las leyes.
Para el abogado venezolano José Amalio Graterol es fácil explicar el incumplimiento de la ley en el caso de Jaua ya que la niñera “ve compensado ese beneficio ausente con viajes por el mundo hechos con aviones de PDVSA”.
Desde la detención de la “nana armada” en Brasil han aparecido en las redes sociales y en medios de información digitales fotografías de la mujer de 39 años durante viajes por distintas partes del mundo como París y México y en visitas a montañas nevadas en los Andes venezolanos y algunas sedes de organismos internacionales.
Esas prebendas pueden ser muy difíciles de alcanzar para cualquier venezolano que dependa de un sueldo mínimo. Aunque en las declaraciones ante las autoridades, Anza afirmó que trabaja para Jaua desde hace más de 12 años, la empleada no ha cumplido con sus obligaciones tributarias ante el SENIAT, (El Servicio Nacional Integrado de Administración Aduanera y Tributaria). Documentos del organismo demuestran que la «nana» no está inscrita como contribuyente, en otras, la niñera bolivariana nunca ha pagado impuestos en Venezuela.
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