La crisis en Venezuela está obligando a sus ciudadanos a que incumplan con la medida de confinamiento ante la necesidad de acudir a sus trabajos para generar sus ingresos económicos y garantizar su sustento diario.
Carlos Becerra / Bloomberg
El pasado martes, estaban repletas de personas las tiendas en donde vendían desde harina de maíz hasta pasta dental. Pese a que solo los negocios esenciales pueden prestar sus servicios, casi la mitad de las tiendas estaban abiertas en el centro de Caracas, incluidas las zapaterías y los salones de bellezas, que trabajaban con sus persianas medio cerradas.
«Tenemos familias, no podemos seguir así. Intentaremos trabajar hasta que nos obliguen a cerrar», dijo a Bloomberg una peluquera de 44 años de edad que trabaja en un salón de belleza ubicado en la avenida Urdaneta de Caracas.
Una tienda de descuentos ubicada en Sabana Grande tenía en sus dispensadores arroz, pasta, y detergente en toda la entrada, con la intención de despistas a las autoridades policiales para que no se percataran de que en realidad tenían un área de zapatos que estaba llena de clientes.
«Tenemos dos comidas al día y tengo una tía anciana en casa para cuidar. Cada día que me quedo en casa es otro día de estómagos vacíos», dijo Richard Gonzales, de 56 años de edad, que vendía ramos de flores por tres dólares cada uno.
Redacción Maduradas con información de Bloomberg
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