Con una audaz y rápida pregunta una niña estadounidense evitó ser víctima de un secuestro, al poner a su victimario en una situación que no supo manejar y que la salvó de un peligro mayor.
La menor caminaba junto a una amiga por un parque en San Tan Valley, al sur de la ciudad de Phoenix (Arizona, Estados Unidos), cuando una camioneta blanca se acercó a ellas el pasado miércoles en la tarde. El conductor del vehículo se dirigió a la pequeña y le comentó que su hermano había tenido un accidente muy grave y que tenía que acompañarlo.
Pero la menor no se subió de buenas a primeras, sino que le pidió al hombre una “palabra clave“ que sus padres acordaron con ella para casos en los que se diera una situación similar y ella dudara de la persona que la estaba abordando.
Para Mark Lamb, alguacil del condado de Pinal al que pertenece San Tan Valley, los padres también deben sentirse orgullosos por cómo enseñaron a su hija a protegerse, ya que esto evitó que fuese secuestrada y terminase probablemente envuelta en una historia fatal:
“La presencia de mente de preguntarle la clave al señor demuestra que es una muchacha bien madura ¡o bien preparada!“, le dijo el sheriff Lamb a BBC Mundo.
Al llegar a casa, la menor contó todo lo sucedido a su madre y de inmediato esta alertó a las autoridades, quienes pusieron en marcha una operación de busca y captura.
El sospechoso fue descrito como un hombre blanco de unos cuarenta y tantos años con barba corta. El vehículo en el que viajaba, una Ford Explorer, fue vista merodeando por el barrio varias veces al día, principalmente por la zona del parque:
“Yo vivo en la zona, a 1.200 metros de ese parque, es un buen barrio. Si yo soy mala gente y quiero secuestrar un niño, más vale ir a un barrio bueno, donde no van a estar tan alerta como en un barrio donde están acostumbrados a situaciones conflictivas y están más atentos”, apunta Lamb.
De esta anécdota se puede aprender que, además de pensar en palabras claves, se deben tomar otras medidas de seguridad como no poner el nombre de los niños en su ropa o mochilas en lugares visibles, ya que los menores suelen confiar en adultos que conocen sus nombres.
También se recomienda tomarles fotografías a los niños cada seis meses, puesto que una foto reciente es una de las primeras cosas que piden las autoridades en los casos de desaparición.
Redacción Maduradas con información de BBC Mundo
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