Cerca de 50.000 personas asistieron este jueves 5 de enero al funeral del papa emérito, Benedicto XVI, una cifra por debajo de las primeras estimaciones, según los datos facilitados por la gendarmería vaticana.
De acuerdo a la información reseñada por la agencia de noticias EFE, la jefatura de policía de la capital italiana estimó incluso el miércoles la llegada de cerca 100.000 personas a la plaza de San Pedro, después de que durante los tres días de capilla ardiente acudiesen cerca de 200.000 visitantes a la basílica para dar el último adiós al papa que renunció en 2013.
Sin embargo, no se vivieron las aglomeraciones de otros funerales pontificios, como los del papa Juan Pablo II, al que asistieron cerca de 200.000 fieles.
El 31 de diciembre, a las 9:35, el Vaticano confirmó la muerte del Papa emérito Benedicto XVI a los 95 años de edad, después de que su estado de salud, según informó la Santa Sede, se agravase en los pasados días «por el avance de la edad».
Joseph Ratzinger pasó sus últimos momentos en vida en el Monasterio Mater Ecclesiae, en los jardines vaticanos, donde vivía acompañado de su secretario personal y cuatro religiosas desde que renunció al pontificado en el año 2013.
Nacido en una familia humilde, de una localidad pequeña de Baviera. Hijo de un policía local y una cocinera, Joseph Ratzinger siempre fue una persona sencilla, austera, sin interés por la propia imagen o la relevancia social. Ese origen es clave para entender su incomodidad en los grandes eventos, donde era aplaudido y admirado. Tampoco se veía elevado a puestos de responsabilidad, ya que no se consideraba a la altura y prefería dedicar horas al estudio o la enseñanza, antes que a la gestión y administración.
Redacción Maduradas con información de EFE
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