Con una nostálgica fotografía, Anna Vaccarella recuerda en Instagram su primer día como corresponsal de RCTV, hace ya más de dos décadas. Lo hace a propósito de su intermitente y añorado regreso a la radio con su programa En sintonía, apenas siete semanas después de ser operada y diagnosticada con linfoma no Hodgkin, un tipo de cáncer linfático.
«La que volvió ese 7 de septiembre no era la misma que hacía apenas semanas había estado en la radio. Me siento otra, pero sacudida por demasiadas cosas. Todo ha sido tan vertiginoso que no he tenido tiempo de asimilarlo. Además, siempre ha sido muy difícil para mí adaptarme a los cambios».
Sus inicios en el periodismo dan fe de ello. Con apenas 17 años de edad decidió mudarse a Caracas desde Cagua, estado Aragua, para estudiar en la Universidad Católica Andrés Bello. La tímida joven, que nunca se acostumbró a vivir lejos de sus padres, comenzó en Televen y poco tiempo después fue asistente de producción en El show de Fantástico con Guillermo González. La añoranza por su ciudad y su gente siempre estuvieron presentes: decidió regresar para trabajar en un periódico local como redactora de sucesos, aunque poco después volvería a las pantallas como corresponsal de RCTV.
Fueron tiempos de riesgos, osadía y aprendizajes para Vaccarella. Su trabajo era elogiado y admirado, meritorio para ser considerada como la sucesora de Leda Santodomingo en el programa Alerta. «La fama me llegó como consecuencia, no era lo que buscaba. Yo solo amaba lo que estaba haciendo y las puertas se fueron abriendo solas».
La radio también forma parte importante de su carrera desde hace 17 años, cuando empezó en la edición vespertina de Radio Caracas Radio. No olvida agradecer a quienes la iniciaron en ese exigente medio y a quienes la apoyan a seguir frente a los micrófonos desde su programa en Unión Radio. «Siempre he estado muy consciente de mi papel de periodista, pero de una u otra forma esto me pone en un lugar donde soy la noticia. Eso me presiona y me hace sentir incluso temor, pero todo este amor que he recibido me ha animado».
En su cuenta en Instagram comparte sobre cómo se siente en el «hombrillo», como ella ha definido su enfermedad. Surgió de su necesidad nata de comunicar sin pensar en la trascendencia. «Sigo escribiendo porque siento una necesidad gigantesca de decirles a las personas: no esperen llegar a esto para valorar la vida, para vivirla. Lo que yo he perdido temporalmente, valóralo, cuídalo, ve con el corazón lo que somos incapaces de ver con los ojos».
Su mayor fuente de inspiración la encuentra en sus morochas, Sofía e Isabella, de cuatro años, frutos de su matrimonio con el periodista Román Lozinski, a quien considera un padre ejemplar y un compañero excepcional. «Me inspiran a seguir adelante, es lo primero, segundo y tercero que me empuja. También sigo adelante porque quiero darme una oportunidad. Va a llegar un momento en el que voy a bendecir esta enfermedad como una gran posibilidad para ser una mejor persona desde todo punto de vista. Siento que he crecido, he sentido tanto amor de tanta gente y me he sentido tan capaz de enfrentar el dolor que hasta me siento orgullosa de mí misma. Entiendo que esto me pasa por algo y para algo, y cada día me pregunto menos por qué y más para qué».
Por Anna Vaccarella / Publicado en El Nacional.