El 10 de septiembre de 1968, cuando el padre Ramón Arcila oficiaba una misa, la sombra del rostro de una virgen se dibujaba a un lado de él en la parroquia de Sabaneta, a 14 kilómetros de Medellín, en Colombia.
En aquella época visitaban allí a la virgen María Auxiliadora en busca de un milagro, incluso Pablo Escobar y sus matones le rezaron en los tiempos de mayor violencia narco en Colombia.
El padre Arcila reconstruyó la capilla que estaba resquebrajada por un temblor, porque aseguraba que había vivido en carne propia los poderes de su santidad cuando iba a alta velocidad por una carretera y la puerta del vehículo se abrió, salió disparado, pensó solo en la Virgen y descendió lentamente sin sufrir daños.
Según el político y escritor Alonso Salazar en su libro La Parábola de Pablo, arcila se había convertido en una especie de santo que guiaba a todos hacia el altar de María Auxiliadora, todos los martes se le rendía honor, su fama se extendió en todo el Valle de Aburrá.
La devoción fue tal que hasta los narcos llegaron a la capilla para pedir por su suerte, lo que convirtió a María Auxiliadora en la virgen de los sicarios. El mismo Pablo Escobar le dedicaba una visita junto a sus dos hijos, Juan Pablo y Manuela, y a su esposa María Victoria Henao.
Sus peticiones se basaban en que los cargamentos de cocaína llegaran a salvo a Estados Unidos y valor para sus matones. Más tarde fue rebautizada como “la Virgen de los sicarios”.
La fe de los narcos creció tanto que «en Valle de Aburrá 67 parroquias dedicaban su culto a María Auxiliadora y solo 32 a Jesucristo», describe Salazar en su libro.
Días antes del 30 abril de 1984, Byron Velásquez recibió de rodillas la bendición del padre frente a ‘la virgen de los sicarios’, luego viajó a Bogotá para servirle de conductor a Iván Darío Guisado, quien mató a tiros al entonces ministro de Justicia, Rodrigo Lara Bonilla, cuando iba en su carro, un Mercedes-Benz blanco. La orden de Escobar fue un éxito, pero Guisado murió en la persecución y Velásquez quedó preso.
Sin embargo, otros sicarios seguían acudiendo a la Virgen, la llevaban en el cuello en escapularios en cada trabajo, por el éxito del mismo o por una muerte rápida y sin sufrimiento.
Redacción Maduradas con información de Infobae.
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