En nueves meses y un tercio del año 2015, el presidente venezolano Nicolás Maduro ha hecho al menos una veintena de viajes al exterior, publica NTN24. Solo en el mes de enero, el mandatario acumuló poco más de 120 horas de vuelo, lo que le costó a la nación 1.680.000 dólares, según las estimaciones más prudentes.
Los destinos han sido de lo más variado: paradas en cuatro continentes y por diferentes motivos han mantenido al heredero político de Hugo Chávez fuera del país que gobierna por aproximadamente 1.000 horas en un lapso de menos de 300 días.
Rusia, China, Irán, Arabia Saudita, Qatar, Argelia, Bolivia, Portugal, Ecuador y Estados Unidos son algunos de los países que ha visitado Maduro junto a su extensa comitiva. Esto sin contar Cuba, su destino predilecto, al que ha arribado en cinco ocasiones, en lo que va de 2015.
Maduro, que sufre de una impopularidad que jamás afectó a Chávez, no es tan dado a los viajes dentro de la geografía nacional y mucho menos a las regiones consideradas bastiones opositores que fueron las más estremecidas durante la ola de protestas antigobierno de 2014, como el estado Táchira.
El pasado viernes la población venezolana se enteró por la televisión cubana de una nueva visita de Maduro a La Habana para reunirse con el mandatario Raúl Castro; un encuentro «cordial» pero no anunciado.
En medio de la crisis económica que sufre el país por la escasez de más de un tercio de todos los productos, la hiperinflación, la devaluación de la moneda y la inseguridad, la oposición fustigó este reciente viaje del presidente. El opositor Henrique Capriles, por ejemplo, pidió a Maduro dar la cara a los venezolanos y aseguró que este ha visitado más La Habana que Maracaibo, capital del estado Zulia y uno de los pocos puntos gobernados por el antichavismo.
Las palabras del dos veces candidato presidencial no son infundadas, es la quinta vez que Maduro pisa la isla caribeña bajo el poder de los Castro en menos de un año, frecuencia que no se repite con Maracaibo, ni con ninguna otra ciudad de Venezuela.
A diferencia de la era Chávez, el postchavismo (madurismo) ha decidido asentarse en Caracas y, con numerosas alocuciones presidenciales – muchas de ellas transmitidas en cadena nacional de radio y televisión – hacer «contactos» con las regiones del país únicamente para mostrar alguna obra a estrenar o la promesa de alguna obra a construir.
Mientras las elecciones legislativas se acercan y el rechazo a la gestión madurista sigue reflejado en todas las encuestas, los venezolanos se mantienen en colas para tratar de conseguir alimentos, medicamentos y productos de higiene personal; y el jefe de Estado sigue sumando millas y culpando a quienes no tienen el poder por todos los males del país.