Luego de que se denunciara que el capitán de corbeta Rafael Acosta Arévalo murió a causa de las torturas que recibió en la Dgcim, han surgido otras denuncias sobre agresión a militares detenidos.
En conversación con el Diario Las Américas, los familiares de algunos uniformados detenidos por el régimen ofrecieron su testimonio sobre las torturas que les han aplicado.
María Gabriela de Mejías, esposa del coronel Johnny Rafael Mejías Laya, manifestó: “Mi esposo ha sido víctima de tortura. Por más de 40 días no supimos de su paradero y, cuando logramos saber de él, conocimos que fue golpeado con barrotes de madera“, comenzó.
Asimismo, la esposa de Mejías agregó: “Lo obligaron a tomar agua del inodoro, fue asfixiado con bolsas plásticas. Le dislocaron el hombro derecho. Durante ocho días no le permitieron ir al baño a hacer sus necesidades, y se vio obligado a hacérselas encima. Esto le causó graves infecciones“.
Por su parte, Natsibet Evangelina Rivero García, familiar del capitán de corbeta Carlos Gustavo Macsotay Rauseo, denunció que durante cinco días fue sometido a tratos crueles como golpes, patadas, asfixia con bolsas plásticas.
De acuerdo con Rivero García, el capitán, luego de esas torturas, fue llevado al tribunal militar por los supuestos delitos de «Instigación a la Rebelión, Traición a la Patria y Falta al Decoro Militar».
Otro testimonio es el de Keyla Flores, esposa del teniente coronel de la Aviación Ruperto Molina Ramírez, detenido el 19 de mayo de 2018 dentro de la Base Aérea Libertador (BAEL).
Según Flores, su esposo fue llevado hasta la Dgcim donde fue interrogado por el Mayor Blanco Hurtado. Acompañado de otros funcionarios, le vendaron los ojos, le amarraron las manos y comenzaron a golpearlo, suma el rotativo.
La esposa de Molina Ramírez denunció que el teniente coronel estuvo en ese lugar durante 22 horas, donde además fue asfixiado con una soga que le colocaban alrededor del cuello.
Redacción Maduradas con información de Diario Las Américas
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