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¡DEBES LEERLO! Jóvenes venezolanos cuentan su experiencia viviendo en el exterior

En Venezuela es común escuchar o vivir la ida de un conocido o un ser querido a otro país, en busca de crecimiento y del futuro que están seguros encontrarán fuera, pero siempre queda la interrogante, ¿cómo viven, qué pasa con ellos mientras se establecen en un lugar totalmente nuevo? el diario Panorama realizó un reportaje sobre esta situación.

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“Eres lo que que eres y tu ubicación geográfica no lo va a cambiar. Cuando me mudé a mi propio cuchitril, no tenía vasos, solo dos tazas. La solución no es: ‘Compra vasos y recipientes’. Nada, nunca, es tan simple como parece. Los primeros días, por ejemplo, me tenía que peinar viendo mi reflejo en el microondas, pues no tenía espejo. Lo que molesta es el momento de reflexionar sobre lo que eras y lo que eres y sobre la pregunta que a mí como emigrante me aterra más: ¿Valió la pena? ¿Vine de tan lejos para acabar peinándome en un microondas? ¿De qué manera ésto es mejor? Estoy viviendo en un apartamento que, con cocina, baño y cuarto, es del tamaño de la mitad de mi sala en Valencia. ¿Sabes qué es más jodido? El eco persistente de una voz que dice: ‘Sin embargo, es mejor’. Nunca estoy realmente convencido de que esto sea mejor que cualquier cosa. Es básicamente sacrificar tu calidad de vida por una garantía de vida”.

Este es el testimonio de Mauricio, un joven de clase media que emigró a España partiendo desde Valencia. Él creó el blog, “Manual práctico del emigrante venezolano moderno”, que anima a quien atraviesa dificultades para sobrevivir en tierra ajena. Si los emigrantes no persisten, soportando el penoso comienzo de establecerse en un país distinto, de conseguir trabajo, y de mejorar la condición inicial con la cual llegaron, podrían ver rota la ilusión que los impulsó a marcharse de Venezuela apostando por un futuro mejor. ¿Quiénes aguantan y quiénes se devuelven? Veamos.

En Venezuela se ha incrementado la cifra de venezolanos que se están yendo al extranjero, huyendo de la delincuencia, la carestía, el desabastecimiento, las colas, la falta de oportunidades para tener empleo, y que el dinero recibido alcance para vivir cómodamente. Al menos eso se desprende de las razones que han dado a los investigadores de las universidades del país; las únicas que han dado cifras de emigración, porque en Venezuela “no se tiene acceso a fuentes estadísticas nacionales que permitan alguna aproximación a la cuantificación de la emigración internacional de los nacidos en el país”, cita un estudio de la investigadora Anitza Freitez, de la Universidad Católica Andrés Bello.

En el país la migración no se rastrea. Los investigadores se valen de las cifras del Banco Mundial, Colegios profesionales de afuera, el anuario de inmigración de EEUU, el Simica, el Osumi, etc, para hacer intentos de rastreo.

En el 2010, 521 mil 620 venezolanos se fueron a vivir a Estados Unidos, España, Colombia, Portugal, República Dominicana, Ecuador, Canadá, Chile, Italia, Reino Unido, Aruba, Alemania, México, Francia, Holanda, Suiza, Brasil, Australia, las Antillas Holandesas, Guyana, Panamá, Trinidad y Tobago, Perú, Bélgica, Bolivia, Suecia, Uruguay, Dinamarca, Noruega, Japón, Guatemala, Irlanda, Cuba, Nicaragua, Nueva Zelanda, Paraguay, Grecia, Hungría y Luxemburgo. En este orden han sido sus preferencias. Por supuesto, Estados Unidos fue el receptor del 33% de los emigrantes venezolanos, según se lee en un informe del Banco Mundial y de la Universidad de Sussex. Después de la tierra del norte, el segundo y tercer lugar en preferencia para irse lo ocupan España (con 164 mil 239 venezolanos allá) y Colombia (con 37 mil 461).

Para irse han usado caminos legales e ilegales. “La legal es la mejor vía. Hacerlo ilegalmente trae más pérdidas que beneficios. Las leyes migratorias premian al inmigrante legal y castigan fuerte al ilegal, quien podría regresar al país de origen más frustrado de como salió. El ilegal carece de respaldo jurídico que le garantice mínima protección. Y deberá atravesar miedos y problemas”, recomiendan desde el portal emigrar.com.

Apenas 120 mil venezolanos han recibido el permiso para residir de forma permanente en Estados Unidos, de un universo impreciso que se fue allá entre 1989 y 2010. El resto debe estar con miedo a la deportación.

“Durante este último quinquenio, en promedio, han sido admitidos, anualmente, como inmigrantes, cerca de 10 mil 900 venezolanos, cifra que contrasta con el promedio de dos mil 800 venezolanos que cada año alcanzaban ese estatus entre 1989 y 1998. No solo ha crecido el número de inmigrantes, sino también la cantidad de venezolanos que obtienen la ciudadanía norteamericana. En dos décadas les han otorgado la nacionalidad a 49 mil 513 venezolanos”, esboza la investigadora Freitaz.

Pero no es suficiente para la avalancha que se va. Los jóvenes venezolanos que han corrido con suerte y han logrado establecerse en el exterior con éxito, son aquellos que se van graduados, con maestrías y conocimientos a ofrecer al lugar donde se van.

De hecho, seis mil son los médicos venezolanos que han emigrado a otros países, según cifras del colegio profesional que los agrupa, y 300 los estudiantes venezolanos de postgrado en medicina que también se han ido. Suma cifras al éxodo juvenil, la Organización Médica Colegial de España: entre el 2004 y el 2007 más de mil 200 médicos venezolanos formalizaron su inscripción colegial allá. Eso quiere decir que ya tienen el título homologado y están trabajando en España.

Las estadísticas de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (Ocde) cuentan a mil 264 profesionales de la enfermería, 150 dentistas y 62 farmaceutas venezolanos que han hecho trámites afuera.

“Para no regresar con las tablas en la cabeza tienes que organizarte. Muchos dicen: ‘Me voy, pero no iré a lavarle las pocetas a los gringos. Y es triste. Porque si no vas respaldado legalmente, con estudios, eso harás. Un país siempre prefiere darle legalidad a una persona con estudios por encima de quien no los tiene”, cuenta Sasha Rodríguez a PANORAMA, una ilegal en Miami, quien solo arrastró para buscar su sueño americano, su segundo año de derecho y ahora le pesa. Obtuvo visa de turista y se quedó. Sobrevivió un tiempo con los dólares de Cadivi, pero la realidad dura ya le tocó la puerta.

La reflexión de Sasha consigue eco en la investigación de Medina y Posso, del año 2009: “Si no cargas estudios, arrastras pesares. Revisando el nivel educativo de los inmigrantes suramericanos en los Estados Unidos, los migrantes de Venezuela son los que más frecuentemente laboran en ocupaciones que requieren el manejo de destrezas analíticas y cognitivas, como las ingenierías, matemática, economía y finanzas”.

Mauricio, el bloguero, refrenda: “Debes demostrar que no eres un perfecto inútil con sueños de grandeza”.

Venezuela sigue sin estadísticas precisas del movimiento de jóvenes inmigrantes desde hace más de una década. Se dijo que la Encuesta Demográfica de Venezuela 2010-2011 se ocuparía de ello, pero a cambio abordó a la mujer, las familias y la maternidad. Tampoco ha ratificado la Convención Internacional sobre la Protección de los Derechos de todos los Trabajadores Migratorios y de sus Familiares, adoptada por la Asamblea General de las Naciones Unidas desde diciembre de 1990. Eso quiere decir que el emigrante venezolano, si no se va por la vía legal, no tendrá respaldo de la tierra a donde se va, y poco de la suya.

Quizá, por eso es que Mauricio reflexiona al respecto: “En caso de que ya decidiste irte y estés con los boletos de avión en mano: ¡Bravo! El simple hecho de dar ese paso es algo que la mayoría de las personas no logra. Solo resta aguantar lo desconocido”.

Fuente: El Venezolano

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