«Este diciembre no hay ambiente de Navidad en las calles», «uno no tiene ánimos de nada», «este diciembre tendremos unas navidades muy tristes». Estas son afirmaciones que andan en boca de muchos venezolanos por estos días. Seguro que usted también conoce a alguien que ha pronunciado una de estas frases. ¿La razón? Todos la sabemos: el 2016 cierra con un balance muy negativo para los venezolanos.
La agencia de noticias AFP hizo una crónica que recoge el testimonio de unos padres venezolanos que, haciendo el mismo sacrificio que todos los ciudadanos, han tenido que hacer frente a la grave crisis económica y evitar dejar a su hijo sin regalo de Navidad. A continuación el trabajo íntegro:
Después de mucho buscar, Gabriela y Carlos encontraron el carrito a control remoto que su hijo Gabriel deseaba para Navidad. Pero en solo dos semanas, mientras completaban el dinero, la inflación que azota a los venezolanos tornó impagable el juguete.
Costaba 75.000 bolívares cuando lo vieron por primera vez, pero al volver al almacén había subido a 105.000, casi cuatro salarios mínimos. Debieron irse con las manos vacías.
El precio equivale a 156 dólares a la tasa oficial más alta, y a 38 dólares en la del mercado negro. Sin embargo, el sueldo básico en Venezuela es de apenas 40 dólares a la cotización oficial, y de 9,8 a la del paralelo.
La inflación, que según el FMI cerrará este año en 475% y se disparará hasta 1.660% en 2017, ensombrece la Navidad venezolana. Prácticamente devoró los cuatro aumentos del salario mínimo decretados por el presidente Nicolás Maduro en 2016.
Sin las luces y adornos que antaño daban colorido a la espera de Navidad y Año Nuevo, muchas calles de Caracas se ven vacías como en un feriado cualquiera, en vísperas de “la llegada del Niño Dios”.
“Va a ser una Navidad triste, sinceramente. Muy triste, pero pa’lante”, afirma Antonia Cabrera, abuela de Gabriel, de ocho años, quien deberá conformarse con otro juguete.
Es un fin de año muy distinto a los que recuerda Gabriela, acostumbrada a compartir en familia una buena cena, regalos y festejos. “Ni siquiera era diciembre y la gente esperaba con alegría. Hoy la plata no rinde”, se lamenta esta ama de casa de 29 años en su apartamento de El Valle, en Caracas.
Allí vive con sus padres, esposo e hijo. Independizarse es impensable por la crisis, que se agravó con la caída de los precios del petróleo y reflejada en una aguda escasez de alimentos y medicinas.
Precarización
Los trabajadores venezolanos que ganan el salario mínimo reciben además un bono mensual de 63.720 bolívares, intercambiables únicamente por alimentos y artículos de higiene.
El reajuste de ese bono suplementario, que se otorga mediante tickets y no en dinero efectivo, supera el reajuste del sueldo básico, por lo que los empleados ven casi estancadas sus prestaciones, como los aguinaldos, que Maduro ordenó pagar desde fines de octubre.
«Los bachaqueros ganan hasta cinco veces más que un profesional», según el sindicalista Froilán Barrios.
Para Humberto García, presidente de la Academia de Ciencias Económicas de Venezuela, subir salarios para compensar la inflación “es una carrera perdida” si no hay cambios en el modelo económico centralista, que incluye un férreo control de cambios y de precios.
El alto costo de vida también impacta en la cena de Navidad y Año Nuevo.
Una familia como los Cabrera precisa un tercio del ingreso mínimo (salario más bono) para preparar el plato navideño por excelencia: la hallaca, un tamal de maíz relleno con carne de res, pollo, aceitunas y uvas pasas.
“Vamos a hacer el esfuerzo, pero uno tiene que dejar de comprar ciertas cosas”, apuntó Gabriela.
Según el Centro de Documentación y Análisis de la Federación Venezolana de Maestros, el costo de la canasta alimentaria quintuplicó en noviembre el ingreso básico.
Carta a (San) Nicolás
Las fiestas decembrinas fueron antecedidas por violentas protestas y saqueos el pasado fin de semana en varias ciudades, que dejaron cuatro muertos y cientos de detenidos, ante el retiro del billete de 100 bolívares, el de mayor valor y circulación.
Denunciando que mafias traficaban con papel moneda venezolano en el exterior, Maduro discontinuó el billete sin que saliera a la calle -como estaba previsto- un nuevo cono monetario cuya mayor denominación es de 20.000 bolívares
Muchos se quedaron sin efectivo y otros sin poder canjear los billetes en los bancos, pero tras los disturbios Maduro -quien prometió una “Navidad feliz y en paz”- prorrogó la vigencia del billete de 100 bolívares hasta el 2 de enero.
Y al denunciar que comerciantes especulaban con los precios, lanzó a las calles a militares y funcionarios para imponer rebajas en tiendas de ropa.
Las autoridades también confiscaron 3,8 millones de juguetes para venderlos a “precios justos”. “No le hagan cartas a Santa Claus (…), en todo caso a San Nicolás, sin barba, con bigote”, bromeó Maduro, cuya gestión rechazan 77% de los venezolanos, según una reciente encuesta.
Hartos, Gabriela y Carlos se preparan para emigrar con su hijo a Argentina, lo que entristece la Navidad de los Cabrera que ya vieron partir al exterior a otras dos hijas.
Información de AFP
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