Gemma Robinson, de 34 años, se suicidó pocos días antes de encarar a su abusador en una corte y su familia decidió dar a conocer su historia para ayudar a personas que son víctimas de abuso.
En septiembre de 2019 Damian Wilson, hermano de Gemma, debía volar a Camboya y en su despedida ella le susurró al oído la frase: «Realmente no estoy bien».
Esta sería la primera vez que ella le manifestaba a alguien que atravesaba por problemas, él solo alcanzó a responderle que volvería pronto y le pidió que aguantara hasta entonces, pero fue la última vez que la vio.
Gemma era una mujer que disfrutaba de ser el centro de atención, le gustaba bailar con sus amigas y su hermana, Kirsty, y solía ayudar a otros.
«Si alguien estaba pasando por una ruptura o si había problemas con la familia, ella siempre estaba ahí para sus amigos. No importaba por lo que estuviera pasando, siempre lo dejaba de lado para estar con las personas que la necesitaban», recordó Kirsty.
A los 20 años Gemma tuvo a su primer hijo, y cinco años después tuvo a su hija, para esa época era instructora de barra vertical.
Sin embargo la vida de Gemma cambió, se separó del padre de sus hijos y se convirtió en madre soltera, comenzó a experimentar un dolor de espalda severo y tuvo que dejar el trabajo que amaba.
«Cuando estás en esos círculos y con un ánimo bastante autodestructivo… Terminas rodeándote de personas que no son las mejores», señaló Damian.
En esa época conoció a Joe Falconer en un pub de Bexley, al sureste de Londres.
«Todos lo conocimos individualmente en diferentes momentos. Mi papá, yo y otros miembros de la familia dijimos: ‘No estamos muy seguros de él’. Esa fue nuestra primera reacción. Cuando hablabas con él, ni siquiera te miraba directamente a los ojos», recordó JKirsty sobre la pareja de su hermana.
La impresión que tuvo Damian sobre Joe no fue muy distinta: «Nunca me gustó, pero sabía que ella estaba enamorada de él, así que lo intenté».
La familia recuerda que poco tiempo después de iniciar la relación, Joe comenzó a tornarse controlador con Gemma.
«Se notaba que Gemma se estaba volviendo un poco retraída, no era ella misma. Se notaba que algo no estaba bien», señaló Kirsty.
El hombre le impedía ver a sus amigos, cuando salían juntos intimidaba a otros hombres y discutía con ella con frecuencia.
Joe atacó a Gemma la primera vez sin que ella actuara al respecto, la segunda vez si lo reportó a la policía, en ese momento destrozó su casa y la mantuvo inmóvil contra una pared.
Ella fue trasladada a un refugio, mientras que él esperaba su cita en el tribunal, el caso llegó a la corte, pero Gemma le dijo a su familia que en la audiencia leyeron su dirección frente a Joe.
«No sé por qué hicieron eso, es simplemente ridículo. Ella estaba en ese refugio por una razón», señaló la hermana al considerar que se vulneró la seguridad de Gemma.
Falconer fue declarado culpable de agresión y daño criminal y se le dio una orden de restricción que le impedía acercarse a Gemma; pese a esto, él fue a su casa y la convenció de dejarlo entrar.
Gemma le permitió a Joe dormir en su sala de estar, pero un mes después la volvió a atacar.
La víctima había pasado la noche en casa de una amiga, él la llamó y le envió más de 70 mensajes durante toda la noche y la acusaba de estar con otro hombre, luego se disculpó y le hizo creer que era seguro regresar a su casa, pero cuando ella entró a su casa y subió las escaleras, él saltó sobre ella y la atacó.
La metió la ducha de su baño, comenzó a asfixiarla y la golpeó en el rostro, luego se fue y ella logró salir hasta la sala donde un vecino la vio y pidió ayuda.
Tres días después el hombre fue detenido, y Gemma se fue a vivir con su hermana tras salir del hospital.
Kirsty recordó que su hermana no volvió a ser la misma: «Desde la mañana en que la atacó, ella era una persona completamente diferente. Vi a mi hermana convertirse en la sombra de lo que había sido. Estaba petrificada... Lloraba por la noche, yo tenía que entrar y abrazarla. Estaba muy nerviosa. Cualquier ruido fuerte la hacía saltar, cualquier voz fuerte de un hombre la hacía saltar».
Una organización de apoyo a víctimas de violencia doméstica con sede en Kent, Inglaterra, comenzó a brindarle ayuda a Gemma, pero debido a otro caso terminaron suspendiendo la atención a Gemma lo que la afectó mucho.
Con el inicio de la pandemia y el confinamiento, Gemma comenzó a tomar alcohol, tenía pesadillas, y en julio se quitó la vida.
«Sé que ella decidió que no podía haber ninguna forma de vida feliz. Ni siquiera el hecho de ser una madre tan dedicada ni la idea de dejar a sus hijos fueron suficientes para que decidiera seguir con nosotros. Creo que había tenido años de tortura… Y creo que quizás Joe la llevó al extremo«, reconoció su hermano.
Además reveló: «Después de que Gemma murió me enteré de que le había dicho a Kirsty y a su mejor amiga que todavía lo amaba«.
Al respecto agregó: «Cuando amas tanto a alguien, el dolor que sientes no se parece a nada que hayas sentido nunca. Si sumas a eso el hecho de que esta persona a la que amas te golpeó y abusó mentalmente de ti y vas tener que enfrentarla en la corte para enviarla a prisión… Eso tiene que arruinar a cualquiera».
Redacción Maduradas con información de BBC.