Lo que leímos el 28 de mayo en diario tan responsable y serio como El Universal, no corresponde a un país africano acosado por la hambruna. Es sobre Venezuela, la misma que hasta no hace mucho era la «Arabia Saudita» de América Latina, según palabras del «pana» de Maduro, el presidente ecuatoriano Rafael Correa, a quien hoy culpa de la ruina del país. «Crisis y escasez disparan hurtos y robos de alimentos» fue titular de primera página con testimoniales que relatan los asaltos de que han sido víctimas muchos ciudadanos para robarles los alimentos recién adquiridos después de hacer grandes colas: «Una señora me golpeó para robarme 2 kilos de leche», dice una agredida. Y es que «un kilo de harina de maíz, 4 rollos de papel higiénico o un kilo de leche en polvo se han vuelto mercancía tan apetecible para los delincuentes, como un reloj de marca o quizá un teléfono inteligente», escribe Thabata Molina. Luego de consultar a numerosos venezolanos sobre sus terribles experiencias a la salida de los mercados, el diario publica un recuadro con título de «no sea una víctima» que grafica, mucho mejor que las cifras del INE, del BCV y las mentiras de Maduro, a lo que ha llegado la Venezuela petrolera bajo su mandato: «1) Cuando vaya al supermercado evite hacerlo solo. Si consigue los productos que escasean, métalos en bolsas oscuras para que nadie pueda ver lo que compró. No los exhiba, pues corre el riesgo de que alguien lo aborde para quitárselos. 2) Si toma un taxi, evite dejar las compras en la maleta del vehículo. Así el conductor no podrá huir con su mercado. 3) Cuando salga del supermercado, evite caminar largos trayectos con las bolsas (… ) porque puede ser víctima de los motorizados. 4) No estacione su vehículo en la calle y menos si la zona es solitaria o está oscura. Así el delincuente tendrá menos oportunidades de desvalijarlo. 4) Utilice todos los mecanismos de seguridad posibles para que se dificulte la apertura de su vehículo». Diariamente se reportan robos de cauchos, baterías y otras piezas.
¿Cómo es posible que un régimen que ha dispuesto en 15 años de billón y medio de dólares (es decir, un millón de millones más quinientos millardos, monto muy superior a lo recibido por los gobiernos democráticos juntos, desde Betancourt a Caldera II), no haya construido obras de vialidad, ni escuelas, hospitales, o cárceles; que ni siquiera ha hecho mantenimiento a la infraestructura y empresas heredadas de la democracia, incluidos equipos e instalaciones de Pdvsa y que, además, nos ha llevado a una ruina tan terrible como la que estamos sufriendo, hasta el punto de que somos el único país de América Latina en el que creció la pobreza en el último año? ¿Cómo entender que a 11,8 millones de personas (39%) no les alcance lo que gana para vivir, tal como revela el INE oficial, al reconocer que en el 2º semestre del 2013 un total de 9,1 millones de venezolanos no pudieron cubrir la canasta básica y otros 2,7 millones viven en pobreza crítica? Y aún peor. Según los expertos, al finalizar el 2º semestre de este año, el número de pobres puede haber aumentado en dos millones más, a causa de las megadevaluaciones de Maduro, el aumento de la escasez en más de 20 alimentos esenciales (leche y otros productos escasean hasta en un 85%) y el estallido de la inflación. El año pasado la inflación cerró en 56,2% y la de alimentos en casi 80% (79,2%). Este año ya calculan que la general podría llegar al 80% y la de alimentos al 100%. Y todo esto ocurre mientras el cínico Rafael Ramírez afirma que: «nuestro modelo económico ha sido profundamente exitoso» y el ministro Héctor Rodríguez declara que «hemos venido bajando la desnutrición (…), hoy nuestro pueblo come más y come mejor, gracias a la variedad de la alimentación». Y lo dice omitiendo los grandes recortes que el Gobierno ha hecho a los programas sociales: Pdvsa redujo en 41% su aporte a las misiones, el Plan de Alimentación Escolar (PAE) está suspendido en casi todo el país, la FAO reconoce que Venezuela registra el precio más alto del continente en alimentos. Y con la salud pública y clínicas sin insumos.
¿Cómo explicar que con tan altos precios del crudo durante tan largo tiempo el régimen haya llegado a la quiebra del país? La escasa prensa libre que aún nos queda, nos da luces del saqueo rojo: en 10 años las importaciones ficticias alcanzaron $69 mil millones, mayoritariamente de autoría boliburguesa desde el Gobierno y de sus empresas de maletín.
La alta inflación, escasez, desempleo y corrupción que potencian la pobreza extrema, y el disco rayado del magnicidio, ahora contra la aguerrida María Corina para que no hablemos de la fábrica de pobres que es el madurismo, serán nuestros próximos temas.
Por: Marta Colomina / El Universal.