A pesar de los populares dichos sobre que, supuestamente, Venezuela «se arregló» en los últimos años, algunos ciudadanos que han vuelto al país, tras varios años fuera, reconocen que aún hay hecho que los asombran negativamente. Por ejemplo, los altos precios de los productos y la desolación de sus calles.
Precisamente, según una nota publicada por Carlos Eduardo Martínez en Infobae, además del deteriorado aspecto de las calles y edificios de la ciudad de Caracas, también le impactó que, a pesar de que los sueldos en Venezuela no superen los $10, algunas tiendas ofrezcan productos a precios imposibles de pagar para los ciudadanos.
«Es todo desolación», fue la primera impresión de Martínez.
«Lo que sí me sorprende es el costo de los productos, mucho más cuando lo comparo con el salario mínimo del país que es menor a $10. Todo es caro para quien no tiene suficientes ingresos en divisas. Durante las tres semanas que dura el viaje no me canso de preguntar: ‘¿Cómo hacen?’. Casi siempre obtengo la misma respuesta: ‘No sabemos, sobrevivimos«, contó.
Detalló que, en su visita a la capital venezolana, descubrió que buena parte de los venezolanos tienen hasta tres trabajos, además de emprendimientos y oficios que les permitan cubrir sus necesidades. Del mismo modo, algunas empresas ofrecen a sus empleados bonificaciones adicionales para compensar los bajos sueldos.
También se topó con una ciudad que consideró llena de «contrastes», ya que, de una comunidad a otra, pueden verse significativas diferencias que van desde edificios remodelados y cuidados, a estructuras que decaen con los años.
«Esos mismos contrastes se viven cuando vas de un municipio a otro, de una calle a otra y hasta de una casa a otra. Cada familia es un caso concreto. La mejor prueba de esto la obtuve mientras observaba a los habitantes de un edificio formar una fila para obtener la bolsa de alimentos subsidiada por el Estado, mientras un hombre de la misma comunidad llegó con las manos repletas de bolsas de un supermercado. Todos vivían en el mismo conjunto residencial, la mayoría estaba en la fila«, comentó.
La Venezuela “saudita”
A su juicio, decir que «Venezuela se arregló» es es ignorar una importante parte de la realidad venezolana: es olvidarse de los pobres, de las dificultades y de las grandes desigualdades que vive el país.
Así mismo, aunque reconoce que la oferta de gastronomía y entretenimiento que hay en la capital venezolana es inagotable, la mayoría de las opciones están en el este. También refirió a las populares «calles del hambre», donde venden hamburguesas y perros calientes en zonas populares.
Sin embargo, las zonas de la «Venezuela Premium» son otra historia: allí los contrastes le parecen más evidentes a Martínez.
«Vuelvo a pensar en el sueldo mínimo y me pregunto: ‘¿quién compra?’ Porque si está a la venta alguien compra», señaló.
Redacción Maduradas con información de Infobae
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