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¡DETALLES! Legendario y misterioso monje anticipó su muerte un mes antes de ser asesinado en una carta a su familia: “Mi hora está muy cercana”

Un mes antes de ser asesinado, el monje Gregori Rasputín envió una carta dirigida a su familia en la que anunciaba su muerte.

Infobae

«Yo no lo veré, puesto que mi hora está muy cercana, pero aunque esto es amargo, no tengo miedo», se leyó en aquel texto.

Según el periodista John Reed, la carta no solo adelantaba la muerte de su autor, sino que asomaba los acontecimientos de la Revolución Rusa.

«Habrá muchos mártires de la fe y el hermano recibirá la muerte de su propio hermano«, anunció Rasputín en su carta un mes y medio antes del 31 de diciembre de 1916, cuando el pueblo de la capital rusa, San Petersburgo, mostraba júbilo por conocerse sobre su muerte.

Este monje llegó a Rusia en 1904 procedente de Siberia y se convirtió en un confidente, consejero y curandero de los Romanov, la familia imperial de Nicolás II, su esposa Alexandra y sus cinco hijos, cuatro hembras y un varón, el menor Aleksei Romanov, quien era el heredero.

Sin embargo, Aleksei padecía una terrible enfermedad: la hemofilia, lo que significa que su sangre no coagula bien y que como consecuencia cualquier herida, aunque sea pequeña, puede ser fatal, lo que llevó a extremos cuidados para el pequeño.

Cuando el niño tenía tres años los médicos imperiales no lograban garantizarle la salud, en ese momento la madre, Alexandra, llamó a Rasputín por primera vez, buscando una alternativa para ayudar a su hijo.

Según algunas hipótesis, Rasputín apelaba por la hipnosis tanto del enfermo como de la madre para calmar el entorno en el que estaba el paciente, aunque también desechaba medicinas como la aspirina que ya eran conocidas como anticoagulante.

Sus curaciones fueron consideradas como milagrosas y esto llevó a que los Romanov desarrollaran cierta dependencia por Rasputín e incluso lo hicieron mudarse a un apartamento en el centro de San Petersburgo para que estuviera cerca del enfermo y asistirlo cuando lo necesitara.

Pronto Rasputín comenzó a hacerse popular y a recibir a seguidores que buscaban alguna cura, asistencia espiritual e incluso usarlo para verse cerca del poder.

El historiador Alexéi Varlámov, detalló que Rasputín no se negaba a esos favores e incluso contrató a secretarios y a un consejero jurídico para atender los casos. La creciente influencia del hombre despertó celos y rencores en la élite rusa, y su figura comenzó a ser atacada.

Muchas acusaciones destructivas comenzaron a surgir en contra de los Romanov.

Un complot para asesinar a Rasputín surgió entre los miembros de la casa imperial preocupados por su presencia e influencia sobre la pareja real.

El príncipe Félix Yusúpov, esposo de una sobrina del Zar, se convirtió en el jefe de los conspiradores, junto con el gran duque Smitri Pavlovitch, el diputado monárquico Vladímir Purishkévich y otros.

Ellos atrajeron a Rasputín al palacio de Yusúpov la noche del 16 de diciembre de 1916, durante la madrugada siguiente murió.

Rasputín fue envenenado con cianuro, pero el veneno no hizo efecto, por este motivo el príncipe Yusúpov buscó un arma y le disparó, los conspiradores se distrajeron pensando que había muerto, pero él aprovechó para huir aunque estaba herido. Los conspiradores lograron capturarlo de nuevo, lo ataron de manos y pies y lo lanzaron a las aguas heladas del río Neva.

Su cadáver fue recuperado y sepultado en el parque de Tsarskoïe Selo y en 1917, los bolcheviques lo exhumaron e incineraron, por su condición de símbolo del régimen zarista derrocado.

A continuación el texto completo de la carta de Rasputín a su familia:

Queridos míos:

Bajo este terrible signo yacen grandes desgracias para el futuro. La cara de Nuestra Señora de la Resurrección está velada, no hay ayuda alguna en la que podamos esperar… ¡Terrible es la ira!… ¿A dónde huiremos?… Como dicen las Sagradas Escrituras: “En un día que no conocemos, el Hijo del hombre llegará”, y ahora tu propia hora ha llegado. La sangre no tendrá tiempo de helarse de terror… ¡Cuánta sangre!… ¡Cuántos lamentos! La noche se oscurece con el sufrimiento que se avecina.

Yo no lo veré, puesto que mi hora está muy cercana, pero aunque esto es amargo, no tengo miedo. Tomaré los sufrimientos sobre mí y así ganaré el reino eterno. Será duro para ti y para tus hijos, los verás a menudo, pero no durante mucho tiempo. ¡Rezad y sed fuertes en vuestra aflicción y os salvaréis! Sus angustias y sus voces llenas de duelo son conocidas por Dios, por los demás, ¡yo no rezo! Es imposible enumerarlos a todos. Habrá muchos mártires de la fe y “el hermano recibirá la muerte de su propio hermano”.

La maldad será tan grande que la Tierra entera temblará con ella y con el hambre y la enfermedad y signos milagrosos aparecerán por todo el mundo.

Reza al Señor, pues las oraciones traen salvación y alegría al mundo y por la clemencia de Nuestro Señor obtendremos la protección de Nuestra Señora de la Intercesión.

Grigori

Redacción Maduradas con información de Infobae.

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