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“El dolor se volvió insoportable”: joven contagiado con viruela del mono cuenta su proceso para crear conciencia

Diego es un hombre de 33 años que vive en la ciudad de Buenos Aires, en Argentina, y el pasado 5 de septiembre descubrió que tenía una herida en su glúteo y un ganglio inflamado que terminó siendo la viruela del mono.

Archivo

Tras los estudios médicos, Diego se convirtió en uno de los 256 pacientes con viruela del mono.

Aunque inicialmente no quería dar entrevistas, luego reflexionó sobre la falta de testimonios de pacientes con viruela del mono y quiso ayudar informando sobre su experiencia.

«No veo en los medios personas que cuenten su experiencia porque hay un poco de estigma, piensan que los van a tildar de algo. La realidad es que todos estamos sujetos al contagio y cuanto más información haya del tema, mejor«, señaló.

Los informes del Ministerio de Salud de Argentina revelaron que los contagios se han incrementado en un 20 % y más del 70% de los contagiados son residentes de Buenos Aires.

Los síntomas de Diego comenzaron el 5 de septiembre: «Tenía una herida en la cola y se me inflamó un ganglio. Pensé que podría ser una infección de transmisión sexual, pero fui al médico y me advirtieron que podía ser viruela del mono».

El primer estudio que le realizaron arrojó negativo y como no se sentía mal continuó con su rutina sin prestar mayor atención a la lesión, per después comenzó a presentar fiebre.

«Tenía 38,5 de temperatura y me di cuenta de que me había salido un sarpullido grande y raro por la zona donde tenía la herida. Así que me puse rápido en contacto con mi médica, que me dijo que me iban a volver a revisar y me repitieron la muestra», dijo sobre el segundo examen que arrojó positivo.

Diego explicó que sentía comezón y con el paso de las horas se transformaba en una situación dolorosa para él.

«Muy difícil de manejar. El dolor se volvió insoportable, nada me calmaba. Al principio tomaba un ibuprofeno y estaba bien; después tuve que pasar a un paracetamol y a las horas eso ya no era suficiente. Fue horrible», describió.

Al respecto, agregó: «Me sentía impotente del dolor, sentía que no podía hacer nada para que se me pasara. Ni cuando me rompí el brazo sufrí tanto, es peor que un postoperatorio”. Volvió a ir al hospital, le dieron un calmante más fuerte, pero aseguró que “el dolor nunca se va del todo».

Recalcó que las recomendaciones que le hicieron solo era tomar mucho líquido, no poner nada en las erupciones y airearlas mientras se secan.

Diego vive con su esposo y lograron evitar que él se contagiara con la viruela del mono evitando compartir lugares, tuvo que mudarse a otro cuarto, no pueden compartir el baño o las toallas.

Redacción Maduradas con información de TN.

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