La Navidad se apagó sorpresivamente en el remoto poblado pesquero de Güiria, enclavado en el extremo oriental de Venezuela.
Los habitantes que se habían adelantado a las fiestas decembrinas para adornar sus humildes viviendas con luces de colores desde el fin de semana las apagaron y no las han vuelto a encender desde que se conoció la fatídica noticia de la aparición de los primeros once cuerpos de los pasajeros de una embarcación que naufragó en la frontera marítima entre Venezuela y Trinidad y Tobago, que es conocida como Bocas de Dragón.
Calles desoladas y casas en penumbra es lo que se observa ahora en Güiria, según describieron a The Associated Press algunos habitantes. El desolador panorama se trastoca hacia el atardecer, cuando de manera graneada comienzan a aparecer puñados de personas que poco a poco se acercan al puerto para acompañar durante parte de la noche a los cientos de familiares de los pasajeros del naufragio, que pernotan en el lugar desde hace varios días a la espera de noticias de sus deudos que aún permanecen desaparecidos.
A medida que pasan los días, la zozobra va creciendo entre los 40.000 pobladores de Güiria debido a que aún no han sido localizados más de una docena de personas que partieron hacia Trinidad y Tobago en las embarcaciones “Mis Recuerdos” y “Mi Refugio”, que fueron reportadas como desaparecidas desde el 6 de diciembre, indicó a la AP una habitante de la localidad que habló en condición de anonimato por temor a represalias de las autoridades.
Los registros oficiales refieren 21 fallecidos en el naufragio, de los cuales 19 ya fueron identificados, y faltan otros dos cuerpos por determinar su identidad. Las autoridades no han precisado aún en cuál de las dos embarcaciones desaparecidas iban los cuerpos encontrados.
Entre los cadáveres identificados hay nueve mujeres, seis hombres y cuatro niños de entre 2 y 8 años, según registros de las autoridades policiales. Los adultos tenían edades comprendidas entre los 18 y los 67 años.
Con la voz entrecortada por el llanto, la habitante indicó a la AP que a diferencia del año pasado, cuando ocurrieron otros dos naufragios que dejaron más de 40 desaparecidos, en esta oportunidad Güiria está muy conmocionada porque los fallecidos y desaparecidos eran habitantes del poblado pesquero que abordaron las embarcaciones para ir a visitar a sus familiares que viven en Trinidad y Tobago, o para hacer compras de alimentos y otros productos que no se consiguen en Venezuela debido a la compleja crisis que azota a la nación suramericana.
El sacerdote Jesús Villarroel, director de una filial oriental de Caritas, la organización de la Iglesia católica que presta atención a sectores pobres y migrantes, relató a la AP que la noche del lunes fue muy larga y triste para los humildes habitantes de Güiria, ubicada a unos 600 kilómetros al este de la capital venezolana, debido a que las autoridades iniciaron los entierros masivos de los fallecidos en ataúdes de madera donados por la alcaldía de la localidad.
Las exequias estuvieron antecedidas de una manifestación en memoria de las víctimas que realizaron decenas de habitantes del poblado pesquero, quienes, vestidos de blanco y portando velas, se concentraron en una iglesia de Güiria y luego caminaron hasta el puerto donde estaban los cuerpos de los pasajeros.
El Ministerio de Relaciones Interiores anunció la noche del lunes que las últimas investigaciones revelaron que se utilizó una “embarcación inadecuada para el traslado de 21 personas” que no cumplía las condiciones de seguridad mínimas.
De acuerdo con reportes extraoficiales, las embarcaciones desaparecidas sólo tenían capacidad para seis personas y no llevaban chalecos salvavidas ni ningún implemento de seguridad.
Por el caso fue detenido Luis Martínez, identificado como el propietario de “Mis Recuerdos”, informó el fiscal general Tarek William Saab. Una habitante precisó que Martínez perdió en el naufragio a dos de sus hijos y cuatro nietos.
Asimismo, el Ministerio Público solicitó el allanamiento de varias viviendas para detener a otras seis personas implicadas en el caso y se investiga la posible complicidad de algunas autoridades del estado de Sucre. Saab denunció que “mafias” que operan en Venezuela y Trinidad y Tobago podrían tener relación con el naufragio.
Al expresar su pesar por el incidente, la Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Michelle Bachelet, se sumó el martes a los llamado de la ACNUR y la Organización Internacional para las Migraciones para que se realicen esfuerzos urgentes para detener a los contrabandistas y traficantes de personas que envían refugiados y migrantes en peligrosos viajes por mar e instó a las autoridades de Venezuela y Trinidad y Tobago a cooperar para proteger las vidas de los venezolanos e investigar el accidente.
Activistas y opositores vienen denunciando desde hace varios años casos el tráfico de personas, la trata de jóvenes y niñas y el narcotráfico y contrabando de cobre desde Venezuela hacia Trinidad y Tobago, que han proliferado en medio de la migración de miles de venezolanos que huyen de la crisis que azota la nación sudamericana. Las organizaciones humanitarias estiman que en Trinidad y Tobago hay más de 40.000 venezolanos que ingresaron de manera ilegal.
Debido a la crisis en los últimos años han migrado de Venezuela 5,4 millones de personas, el equivalente al 18% de la población total del país, de 30 millones de habitantes.
En noviembre Venezuela solicitó una reunión con las autoridades de la isla caribeña para discutir sobre el tráfico de personas a raíz de la expulsión de una veintena de migrantes venezolanos, entre ellos 16 niños, que luego retornaron a Trinidad y Tobago por decisión de un tribunal trinitario.
Redacción Maduradas con información de EFE
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