La victoria de Luiz Inácio Lula da Silva en las elecciones presidenciales de Brasil dan la estocada final al opositor venezolano Juan Guaidó, quien perdió el apoyo de sus grandes aliados de Latinoamérica que, en 2019, con predominio de la derecha en la región, lo llevaron a soñar con una «presidencia interina», convertida hoy en pesadilla, ante el rojo dominante del mapa.
A punto de terminar su «annus horribilis», Guaidó dice adiós a la última esperanza que le quedaba de seguir contando con un gran respaldo en la región y afronta un decisivo 2023 para la oposición venezolana muy distinto al ya lejano 2019, cuando sintió el fugaz abrazo de países, entonces azules, como Brasil, Colombia, Chile y Honduras, que cambiaron de color este mismo año.
La caída acelerada de la derecha latinoamericana y el talante radical del opositor, poco interesado en dialogar con quienes piensan diferente, lo llevaron a un pozo muy profundo en el momento menos propicio.
La gloria de 2019 Vs. la pesadilla de 2022
2019 comenzó con grandes movilizaciones en Venezuela en apoyo a Guaidó, quien, acogiéndose a una particular lectura de la Constitución, se autoproclamó «presidente interino» del país, al desconocer los comicios de 2018 en los que Nicolás Maduro se alzó con la victoria.
Los apoyos internacionales –especialmente en América Latina- para el mandato provisional de Guaidó no se hicieron esperar: Argentina, Brasil, Chile, Paraguay, Perú, Colombia, Panamá, Costa Rica, Honduras y Guatemala se posicionaron de inmediato del lado del opositor al reconocerlo, desde es mismo instante, «mandatario legítimo» de Venezuela.
Y también fuera de la región contaba el opositor con grandes aliados, con Estados Unidos a la cabeza, así como con varios países de la Unión Europea, hasta sumar más de medio centenar de Gobiernos afines.
Con el paso de los meses, al comprobar que nada de lo que Guaidó había prometido en aquella plaza de Caracas se cumplía, empezó a perder apoyos, empezando por su propio país, y su repercusión en los medios internacionales se redujo drásticamente.
Era previsible que, a medida que cambiaban de color los Gobiernos que lo apoyaban, el opositor fuera perdiendo respaldo, a la vez que lo recuperaba su mayor enemigo, al que, sin quererlo, lo engrandecía cada vez más: Nicolás Maduro.
Y así fue. La primera gran pérdida llegó de la mano del actual presidente de Argentina, Alberto Fernández, quien sustituyó a Mauricio Macri en la Casa Rosada, dejando así a Guaidó sin un importante valedor. Pero todavía quedaban muchos y el opositor se mantenía en lo alto, haciendo caso omiso a las voces internas que le recordaban que estaba en deuda con los venezolanos.
Detrás de Argentina llegaron otros giros a la izquierda, como Perú o Panamá, que el antichavista dejó pasar sin hacer ruido, como si no fuera con él.
Pero 2022 fue el año definitivo, al quedarse, en cuestión de meses, sin el respaldo y reconocimiento de los Gobiernos de Chile, Colombia y Brasil, tres de las mayores potencias políticas y económicas de América Latina, junto a México -un apoyo con el que nunca contó Guaidó- y Argentina.
Los apoyos
El opositor sigue contando con el reconocimiento de Estados Unidos, aunque no sin algún que otro traspiés o gesto poco grato para Guaidó, como el acercamiento que la Casa Blanca ha tenido este año al Ejecutivo venezolano con, al menos, dos visitas de delegaciones norteamericanas a Caracas para encontrarse con Maduro y otros altos funcionarios.
Fruto de esos encuentros, Caracas y Washington, en un quiebre que dejó fuera de juego a Guaidó, acordaron la liberación de dos sobrinos de la esposa de Maduro que estaban presos en Estados Unidos, tras ser sentenciados por delitos de narcotráfico, a cambio de la puesta en libertad de siete norteamericanos encarcelados en Venezuela.
Las reuniones, las liberaciones y los acercamientos, cada vez menos tímidos, entre los Ejecutivos estadounidense y venezolano dejan al opositor, una vez más, en un dudoso lugar, en el que el reconocimiento como «presidente interino» por parte de Biden no pasa de ser un guiño simbólico, sin efecto real.
Ahora, tras la victoria de Lula, Guaidó, más solo que nunca, cuenta con el reconocimiento de Paraguay, Ecuador, Guatemala y Uruguay, si bien estos Gobiernos han disminuido, al menos públicamente, la afinidad que mostraron con el opositor y ahora centran su posición en rechazar a Maduro.
Redacción Maduradas con información de EFE
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