Han opinado varios expertos en homicidios, antiguos comisarios de la extinta PTJ y todos han coincidido en que –por lo que se ha leído y se ha conocido– dar con las pistas de los criminales del diputado Serra no debe representar mayor dificultad. Sin embargo, pasan los días y el gobierno suelta muy poco. Por ejemplo, El Nuevo País cita al general Rodríguez Torres: “95% seguro que mandaron a matar a Serra”. Tremendo descubrimiento. El Correo del Orinoco reseña las palabras del general ministro: “A Robert Serra no fueron a robarlo sino exclusivamente a matarlo”.
Mientras, lo importante ¿dónde está? En el uso para el odio que se la ha dado a este crimen. A propósito del odio y del manejo que se la ha dado en este caso, el doctor Ángel Oropeza, especialista en psicología social, politólogo y profesor de posgrado en la Universidad Simón Bolívar, escribe un artículo en El Nacional con un título ya elocuente: “Por favor, odiémonos”.
“El secreto de la utilidad política del odio estriba en que este, cuando se hace presente, obnubila la razón, y no permite una visión de la realidad que escape de las cárceles de lo pasional. El odio convierte toda diferencia en afrenta, y todo desacuerdo en amenaza (…) Las tristes declaraciones de algunos funcionarios de la clase política madurocabellista a propósito del asesinato del diputado Serra, en especial luego del mensaje de pésame y solidaridad enviado por dirigentes de la oposición, más allá de lo que ellas nos dicen acerca del nivel de madurez de sus oficiantes, constituyen en la práctica una muy lamentable utilización de la condenable muerte de un venezolano para fines de reforzar una estrategia política de división y dominación basada en el fomento del odio (…) Los venezolanos inteligentes no odian a Maduro ni a Cabello, ni a ningún otro miembro del statu quo. Están muy molestos, eso sí, por su incapacidad e indolencia. Pero esta molestia es producto de una constatación concreta con una realidad cada vez más miserable, no el resultado de ninguna pasión prefabricada (…) El modelo de dominación militarista necesita desesperadamente que nos odiemos, para huir del escrutinio racional sobre su estrepitoso fracaso”.
Porque en definitiva, en medio de todo lo que ha dejado el espantoso crimen del diputado Serra, se espesa una suerte de gran nube de humo que ha tapado problemas severos. El dengue sigue haciendo de las suyas, la producción automotriz cayó 82,29% en este año, que no es poca cosa. El presupuesto de las universidades no da para absolutamente nada. El país se sigue cayendo a pedazos.
El gobierno, en el mientras tanto, solo se ocupa de inyectar odio en todos los rincones y por cualquier circunstancia para que ese odio, como bien dice Oropeza, sirva para atenuar o tapar las penurias del día a día.
Concluyo con este tuit que nos escribe el oyente Antonio Bastardo: Mientras las universidades no tienen presupuesto, el régimen compra armas rusas anacrónicas, un satélite chimbo chino y medicinas vencidas.
¡Así estamos!
Por César Miguel Rondón
Fuente: El Nacional