Evangélico y personaje del centro caraqueño. Asegura que vivimos una segunda Sodoma con el auge de los LGBTI. En tiempos duros, Contrapunto fue a consultar a un hombre de fe. Se confiesa chavista, pero cree que “el pueblo le falló al Comandante»
Desde hace más de treinta y cinco años, Nemesio Bolívar ocupa sus horas de almuerzo en lo que él define como una “tarea divina”. En la emblemática Plaza Bolívar, de la mera-mera capital del país, esta figura alta y delgada encuentra el escenario perfecto para desarrollarse como el mejor personaje de sí mismo: un moreno alto, con bigote. De tupé y caché. Con debilidad por los trajes de pachuco y los colores estridentes; muy latino, muy dramático, que enciende “el hambre de Dios” en el improvisado público, a punta de efusivas demostraciones de júbilo, sorprendente dominio “de las escrituras” y un discurso salpicado de expresiones elocuentes y coloquialidad pura –dones que, afirma, “vienen de allá arriba”.
— ¿Por qué dedica su vida a la predicación?
—Predico porque Dios me puso eso en mi corazón. Desde que sentí el llamado, estoy en la Plaza Bolívar desde hace más de treinta y cinco años, de forma asidua: con el Caracazo, con bombas lacrimógenas, con todo. No hemos dejado de estar allí, porque hemos entendido que el problema del hombre no es científico.
Nemesio comenzó a predicar a partir de un sentir: “Dios me puso ese sentir, algo tan increíble que no pude resistir y comencé a hacerlo. De hecho, Dios te dota de las herramientas: cuando Dios te manda, te equipa de gracia, de la palabra. Yo lo que hago es usar ese don que él me dio, para darlo a la humanidad, que tanto lo necesita”.
— ¿Cómo se mantiene económicamente? ¿Con donaciones?
—Esto es un trabajo, sí. Yo trabajo para Dios y él también me paga: Dios usa a la gente; porque los reales que tiene la gente no son de la gente, son de Dios. Lo que pasa es que ellos son sus administradores. Como Judas: un ministro de economía, de finanzas de Cristo. Entonces, ¿esos reales de quiénes eran, de él o de Cristo? De Cristo.
“Cada vez hay más gente. Buscan la salvación. Los evangélicos estamos creciendo. Uno a uno generamos un gran cambio: increíble, como un efecto dominó. Y no cuesta ni medio”, precisa.
–¿Cómo evalúa usted el proceso político que ha vivido Venezuela?
–Eso que Chávez propuso, está en La Biblia. Dice que no tenían necesidad, porque todos vendían sus propiedades y las compartían con el que no tenía. No tenían necesidad. Pero el problema con Chávez, y el chavismo, es que no se dan cuenta de la naturaleza del ser humano: que ‘soy yo y nada más’. Chávez hablaba del capitalismo salvaje, pero lo que Chávez ignoraba es que el capitalismo salvaje está dentro de cada uno de nosotros, que es la avaricia”.
Por eso es que tenemos el fenómeno del bachaqueo. Es el pueblo devorando al pueblo. Si Chávez se levanta, y ve esto, se vuelve a morir: porque su pueblo está comiéndose al propio pueblo. Entonces, el problema es la naturaleza. Chávez planteó algo, pero para hacer eso tiene que contar con hombres nuevos, hombres engendrados por el espíritu, capaces de resistir la tentación de los reales y del soborno. Ese tipo de hombre tiene que ser un hombre espiritual, nacido de Dios. Porque si no es nacido de Dios, aunque sea religioso, una fuerza demasiado maligna atrae y lo arrolla.
— ¿Qué hacer con el legado de Chávez?
–Lograr perfeccionar lo lindo y rectificar lo malo que hay o que nos dejó. Nadie ha amado más a Venezuela que ese hombre. Eso marca un antes y un después en la política. Creo que el pueblo fue el que lo mató: ese hombre ni dormía pensando en el pueblo. Entonces, Maduro tiene muchas cosas que imitar y otras que rectificar. Lo que hay es que vigilar a los empresarios e incentivarlos para que vengan y den empleos, que abran empresas, que inviertan aquí.
Pero controlarlos, para que no abusen del obrero y de sus beneficios. O sea, cuidar de eso, pero Chávez cometió el error, que no fue un error, fue una idea maravillosa, de no ser por la naturaleza del hombre. Entonces él le entrega el poder al pueblo y lamentablemente el pueblo le falla. Si el pueblo hubiese funcionado, con lo que Chávez le dio, ya esto sería fantástico, fuéramos un Brasil, cuando no una potencia.
¿Pero qué hizo el pueblo? El pueblo lo que hizo fue quebrar las empresas y cogerse los reales. Si no le hubiesen fallado, esto sería una maravilla. Chávez confiaba mucho en el hombre: y no sabía que el hombre es malo por naturaleza. Y que en donde quiera que hay real y se registra, allá hay corrupción. Ve lo que está pasando. Aquí que hay real y mujeres bellas. Hay perversión y corrupción. Donde hay poder hay corrupción.
–¿Y qué papel juega Maduro en todo esto?
–Lo que le tocó vivir no es nada fácil. La gente nuestra, muchas veces, en vez de gobernar, se ha dedicado a sabotear. Yo le recomiendo que no haga huir las empresas. Que no haga eso que se hizo, que le dé las facilidades, ventajas. Necesitamos empresarios. Gente de afuera que venga, que se instale y sean fuente de empleo e inviertan.
Y también necesitamos una oposición que se dedique a gobernar: porque si la oposición estuviera gobernando, alguno de ellos sería el líder propicio para la gente. Pero la gente está en una sola ambigüedad ‘¿por quién voto?’. Esa no es la raíz del problema y es lo que la gente está empezando a reconocer.
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