¡Una olla de presión! Venezuela se desintegra con creciente rapidez, dijeron altos funcionarios de inteligencia de EE.UU., en una crisis que la Casa Blanca está observando cada vez con mayor preocupación.
El presidente venezolano Nicolás Maduro, quien ya está pasando trabajo para mantener la electricidad de su país funcionando y sus tiendas abastecidas de los alimentos más básicos, enfrenta toda una serie de dificultades para prevenir una elección de destitución y frustrar a los acreedores que esperan lo que parece una mora inevitable de la deuda.
Dos altos funcionarios de inteligencia de EE.UU., quienes hicieron declaraciones a un pequeño grupo de periodistas con la condición de no ser identificados, enfatizaron que la administración de Obama no está tomando medidas para ayudar a los enemigos políticos de Maduro, sino que sólo trata de evitar el colapso económico y una explosión social.
“No estamos apoyando a nadie en particular”, dijo uno de los funcionarios, refiriéndose a las frecuentes acusaciones de intromisión de EE.UU. por parte del ex presidente Hugo Chávez, quien murió en el 2013, y de Maduro.
“No se trata de que EE.UU. esté apoyando ningún tipo de resultado, aparte de que no haya una debacle económica o violencia social”.
Las opciones de Venezuela se hacen más sombrías cada semana, dijeron los funcionarios. Con una enorme pérdida de ingresos cruciales por concepto de exportación petrolera, el gobierno izquierdista y acérrimamente antiestadounidense de Maduro ha recortado las importaciones y recurrido a vender sus reservas de oro para mantenerse a flote, reseña EFE citada por El Nuevo Herald.
Al mismo tiempo que agota agresivamente sus reservas, el gobierno de Maduro ha mostrado una disposición sorprendente de reducir aún más las importaciones y capear la escasez para cumplir con los pagos de su deuda y posponer la mora hasta el 2017.