En su primer día al frente del gobierno en Estados Unidos, Joe Biden envió al Congreso una propuesta de reforma migratoria, llamado U.S. Citizenship Act (Ley de Ciudadanía Estadounidense).
El ambicioso plan, calificado como “la más progresista en la historia” de ese país, debe contar con el respaldo de la Cámara de Representantes y en el Senado requiere al menos 60 de 100 votos.
Aunque la iniciativa de este miércoles no supone acciones inmediatas, es vista como un paso crucial e importante para regularizar el estatus migratorio de más de 10 millones de indocumentados en el país.
A continuación, algunos de los aspectos principales de la propuesta de ley que recopiló BBC Mundo:
Un camino a la ciudadanía
Bajo la legislación, aquellos sin estatus legal que residen en Estados Unidos desde antes del 1 de enero de este año podrían solicitar una residencia temporal que podría volverse permanente (también conocida como green card) al cabo de cinco años.
A partir de allí, en tres años podrían iniciar el proceso para naturalizarse como estadounidenses si así lo desearan.
En Estados Unidos, hay al menos 10,5 millones de indocumentados, según una estimación hecha en 2017 por el Centro Pew de Investigaciones.
Reglas especiales para los ‘dreamers’ y otras comunidades
A diferencia de los arriba mencionados, los beneficiarios del programa Acción Diferida para los Llegados en la Infancia (DACA, por sus siglas en inglés), los incluidos dentro del programa de estatus de protección temporal (TPS, por sus siglas en inglés) y trabajadores agrícolas “que cumplan requisitos específicos” inmediatamente calificarían para la residencia permanente.
Al cabo de tres años, podrían también solicitar la naturalización.
Los beneficiarios de DACA, también llamados dreamers, son alrededor de 700.000 jóvenes que llegaron a EEUU cuando eran niños.
Visados y consideraciones de reunificación familiar
La propuesta de ley también aborda una reforma del sistema de inmigración para las familias, al “eliminar tiempos de espera largos, despejar la saturación de casos por atender” y al incrementar los cupos disponibles para familias según su país de origen.
En este marco, contemplarán también que los inmigrantes cuyas peticiones de familiares hayan sido aprobadas puedan reunificarse con sus familiares en Estados Unidos de manera temporal mientras esperan al emisión de sus residencias permanentes.
El plan establece también una serie de protecciones para los trabajadores inmigrantes que denuncien explotación y aumenta de 55.000 a 80.000 el número de visados de diversidad (que se sortean entre personas de países cuya tasa de migración a EE UU es baja).
El proyecto de ley también incluye provisiones para eliminar la discriminación hacia familias LGBTQ+ y a inmigrantes según sus creencias religiosas.
Un enfoque diferente: seguridad fronteriza
Esta legislación propone un enfoque diferente al que se ha visto en propuestas similares anteriores.
En lugar de contemplar el aumento de efectivos fronterizos o la construcción de más vallas, plantea el “despliegue de tecnología que expedite el chequeo y la capacidad de identificar narcóticos y otro tipo de contrabando” especialmente en puertos de entrada.
Aunque la movida es bien vista por grupos de activismo y diversas organizaciones, este podría ser uno de los puntos más discutidos por los legisladores, indican expertos.
El plan de legislación del nuevo gobierno promete la creación de “canales legales y seguros” para los solicitantes de asilo y refugiados mediante el establecimiento de centros de procesamiento para registrar y procesar a desplazados.
Asimismo, algunas de las consideraciones en la ley, como la creación de un programa para reunir más rápidamente a familias centroamericanas en Estados Unidos cuyas solicitudes hayan sido aprobadas, también pueden implementarse bajo la autoridad ejecutiva de Biden, según el Centro para el Progreso Estadounidense.
Los desafíos
Si bien los demócratas controlan ambas cámaras, el proyecto de ley requiere de 60 votos del Senado, donde el Partido Demócrata cuenta con 50 de los 100 escaños y el voto de desempate de la vicepresidenta Harris.
Hay que recordar que en 2013, y con un plan que ha sido señalado como menos progresista que este, el gobierno de Obama no consiguió que su propuesta superase la Cámara de Representantes, entonces dominada por los republicanos.
La última vez que el Congreso, entonces de control demócrata, aprobó una reforma migratoria significativa que estableciera un camino a la ciudadanía fue en 1986, bajo el gobierno del republicano Ronald Reagan.
Redacción Maduradas con información de BBC
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