Ante la crisis económica y humanitaria que atraviesa el país, muchos son los venezolanos que han encontrado trabajo y hogar en lugares insospechados.
Un trabajo publicado por Julio Materano y Cristian Hernádez en El Estímulo narra las anécdotas de algunos ciudadanos que, por diversos motivos, viven actualmente en El Cementerio General del Sur, el espacio de sepultura más grande de la ciudad de Caracas.
Según lo mostrado en la investigación, los «inquilinos» del camposanto habilitan mausoleos una vez se retiran los feligreses que visitan las tumbas de sus familiares para asearse, cocinar y descansar. Todos esperan poder ser reinsertados en hogares apropiados.
En las pocas áreas «habitables» del recinto, muchos cuerpos han sido robados con los años y ello permite que los habitantes del cementerio puedan cambiar de «hogar» frecuentemente para evitar ser encontrados por las autoridades policiales.
La mayoría trabaja. Algunas mujeres son prostitutas y otros trabajan en entidades públicas, como es el caso de Tomás Malavé, quien es obrero de la alcaldía de Libertador y que quedó sin hogar luego de que un operativo Liberación del Pueblo (OLP) se lo arrebató.
«Fue muy rápido, estaba durmiendo y de repente ya no tenía paredes ni techo. Éramos sometidos por delincuentes con las caras cubiertas”, comentó Malavé.
Tomás vive en una residencia que antiguamente era de unos cubanos, pero que fue abandonada por sus deplorables condiciones de salubridad.
Redacción Maduradas con información de El Estímulo
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