Las historias desgarradoras que relatan los venezolanos que atraviesan la peligrosa selva del Darién, ubicada en la frontera entre Colombia y Panamá, se cuentan por miles. Y hay una en particular que ha consternado a muchos: la separación de una niña, de seis años de edad, de su madre.
De acuerdo a un amplio reportaje del diario The New York Times, la protagonista desafortunada es la menor Sarah Cuaro.
Durante una mañana en que Sarah y su madre debían subir la Loma de la Muerte, en la selva del Darién, la progenitora le había pedido a un amigo que conoció en la ruta, Ángel García, de 42 años, que le ayudara a llevar a su hija.
Casi tan pronto como salieron de Capurganá, las botas de Cuauro habían empezado a rozar su piel, y ahora tenía los pies tan ampollados y llenos de pus que apenas podía caminar y avanzar en una selva indomable.
García, quien había dejado a su hijo de seis años en casa, subió en sus hombros a Sarah, y seguido volteaba a buscar a su madre. En algún momento, volteó y ella ya no estaba.
Mientras García sorteaba la montaña con su nueva carga, los dos se arrastraban, teniendo dificultades con las raíces de los árboles y trepando sobre troncos caídos.
En un momento del trayecto, empacaron su carpa. “¿Y mi mamá?”, preguntó Sarah, mirando a García. “La vamos a ver en el camino”, dijo él.
Luego vinieron dos días de cruces de ríos, en los que el agua crecía rápidamente durante las numerosas tormentas repentinas de la selva.
García, quien había perdido su ropa, su dinero y su pasaporte al cruzar otro río, cogió a Sarah de la mano y la subió a sus hombros. Cuando el agua le llegó a la barbilla, ella empezó a sentir pánico.
EL REENCUENTRO
En el octavo día de su travesía, Sarah y García llegaron a un campamento en un pueblo que marcaba la penúltima de las paradas antes de terminar la caminata.
Las autoridades panameñas habían instalado un puesto de control migratorio para contar el número de personas que cruzaba la selva. Separaron a Sarah de García, la apartaron en un cuarto al fondo, junto con otros niños que habían perdido a sus padres.
Para entonces, Sarah llevaba tres días separada de su mamá. Pasaron las horas.
Y luego, de pronto, Cuauro apareció entrando a toda prisa en el cuarto. Todo el tiempo, ella había ido unas pocas horas detrás, tratando desesperadamente de seguir el ritmo.
Redacción Maduradas con información de The New York Times
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