A los ciudadanos de nacionalidad venezolana Mary Padrón, a uno de sus dos hijos y a su nuera les tocó, en cuestión de segundos, desmontar una carpa que habían improvisado con sábanas, cobijas y unos tubos metálicos que servían de puntales. Su otro hijo, de 16 años de edad, quien tiene síndrome de Down, veía confundido la actuación de la familia.
El Universo
Al menos unos 150 venezolanos que pernoctaban desde hace más de un año debajo del intercambiador de tráfico de la avenida Benjamín Rosales y la autopista Narcisa de Jesús tuvieron que hacer lo mismo que la familia de Padrón: recoger lo que más pudieron y desalojar el lugar.
Sin embargo, en medio de los gritos, llantos, reclamos y lágrimas, algunos no lograron reunir sus cosas y dejaron colchones, esponjas, sábanas, colchas y ciertos utensilios de cocinas como ollas.
Esto debido a un desalojo organizado este martes primero de octubre por la Gobernación del Guayas, Ecuador, después de una discusión que hubo el domingo entre patinadores y migrantes, que habían tomado las instalaciones de un skatepark que funciona en ese sector como su centro de acogida.
Pero hasta la tarde del martes no existía ningún plan de contingencia para reubicar a los venezolanos desalojados. Algo que fue cuestionado por organizaciones de defensa de derechos humanos.
“¡No tenemos adónde ir!”, “¡Anda a Venezuela, a ver si te botan como a un perro!”, eran parte de los reclamos de los connacionales ante la orden de policías y servidores municipales para que dejaran el sitio.
Mary Padrón indicó que tenía 27 días pernoctando debajo del viaducto y que se vio obligada a hacerlo porque lo que ganaba vendiendo caramelos solo le alcanzaba para la comida diaria de ella y la de su hijo con discapacidad.
Redacción de Maduradas con información de El Universo.
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