Lydia Rodríguez, de 42 años de edad, murió el pasado lunes 16 de agosto, dos semanas después de que su esposo, de 49 años de edad, también falleciera por complicaciones asociadas al coronavirus en una cama ubicada a un metro de la suya en una unidad de cuidados intensivos de un centro asistencial en Galveston , Texas, Estados Unidos.
Semanas antes de ello, Rodríguez creía que su cuerpo era lo suficientemente fuerte como para competir el virus sin necesidad de vacunarse.
Sin embargo, tras un campamento de una semana en la iglesia a la que asistía, ella y otros miembros de su familia arrojaron positivo en las pruebas del covid-19. Cuando la mujer cambió de opinión y pidió inmunizarse, ya era demasiado tarde, señaló un médico. Le esperaba un respirador artificial, dijo su prima Dottie Jones a The Washington Post.
Luego de eso, la profesora de piano les pidió a sus seres queridos, durante una última llamada con su hermana, que le prometieran que sus cuatro hijos serían vacunados contra el coronavirus.
Pese a que las vacunas contra el coronavirus se encuentran disponibles de manera gratuita para las personas mayores de 12 años de edad, Lydia y Lawrence Rodríguez, que estuvieron casados por más de dos décadas, estaban entre las decenas de millones de norteamericanos que todavía no han recibido al menos una dosis de la inoculación.
Las autoridades sanitarias han destacado que la vacuna disminuye de forma significativa las posibilidades de enfermar gravemente o morir a causa del virus.
Redacción Maduradas con información de Infobae.
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