A pesar de que existen videos y reportajes sobre la travesía de los venezolanos que deciden emigrar desde su país hacia Estados Unidos, ninguno está realmente preparado mental y físicamente para lo que tiene que enfrentar en el trayecto por buscar el “sueño americano”.
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EFE/ Mauricio Dueñas Castañeda
Una mujer relató a La Patilla su travesía para llegar a suelo norteamericano con la esperanza de conseguir la calidad de vida y un mejor futuro que en Venezuela se dificulta tener por la crisis política, social y económica que atraviesa el país.
Durante el reportaje, se identificó a la guayanesa con el nombre ficticio de María, quien trabajó en una tienda por años y estaba estudiando el segundo semestre de Administración de Empresa, pero la situación económica fue complicando su estilo de vida.
“Yo estaba evaluando la posibilidad, porque mi sueldo no me daba. En Puerto Ordaz uno sobrevive, no vive. La educación está muy por debajo, yo tuve que pagar 400 dólares para iniciar el segundo semestre, dinero que no teníamos, el cual literalmente parimos”, explicó.
Un día, un tío que está en Estados Unidos le ofreció la oportunidad de viajar a ese país, pero le advirtió que el recorrido sería “rudo”. En menos de dos semanas, organizó todo para emprender su camino a un nuevo destino que la llevaría a atravesar varias naciones durante más de un mes.
El 9 de marzo salió de Ciudad Guayana hasta Santo Antonio del Táchira, para cruzar la frontera con Colombia llevando un bolso y un koala. Pagó $65 y viajó durante tres días.
“Yo salí de Puerto Ordaz con lo que llevaba puesto: un biker short y dos licras, más dos franelas. Terminé botando todo, porque me lastimaban las piernas. ¿Sabes el conjunto que me regalaste el año pasado para mi cumpleaños? Bueno, ese fue el que utilice en el viaje. Cuando llegué a Panamá, me compré ropa, llevaba dos bolsos y me quedé con un mini koala”, relató.
Desde Cúcuta compró un pasaje a Medellín que le costó $22 y viajó durante un día, luego se trasladó a Necoclí por $21 y estuvo en carretera otro día.
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Danilo GOMEZ / AFP
“Dormimos en Necoclí. Ahí nos recibieron en una casa, donde dormimos una noche. Ahí pagamos 310 dólares (incluía el transporte hacia la lancha, el guía y un almuerzo). Nos llevaron a agarrar la lancha y allí pasamos aproximadamente dos horas para llegar a Acandí (todo es comandado por colombianos). Acandí es la selva pasa subir hacia la frontera de Colombia con Panamá. La gente te trata bien, muchas veces lo que publican en redes puede ser algo errado, pero de verdad a nosotros nos trataron súper bien”, dijo la joven.
La venezolana de 19 años iba acompañada por un primo y otras diez personas, entre ellas una mujer que viajaba con sus tres hijos menores de 1, 5 y 11 años de edad.
Ya en Acandí vio que había dos campamentos, al primero que llegaron les recomendaron comprar pan y atún para el trayecto, ya que no pesa tanto.
“Mi primo y yo compramos 14 atunes y 3 bolsas de panes. Lo recomendable son 7 atunes por persona para ese viaje. De ahí nos llevan a un segundo campamento. En Acandí debes comprar tu colchoneta y tu carpa, eso sale en unos 20 dólares”, dijo sobre el lugar al que llegaron en moto por $25.
En ese sitio, que estuvo un día antes de ingresar a la selva del Darién, aseguró que no hay señal, pero sí comercios que ofrecen una hora de Wifi por un dólar y también hay un río donde te puedes bañar, porque no hay duchas ni nada por el estilo.
Selva del Darién
Al día siguiente el grupo con el que viajaba y ella se levantaron a las 3:00 de la madrugada, ya que el guía los buscaría a las 5:00 am para ingresar a la selva.
“El guía te permite que otros te lleven los bolsos, que son los caleteros y eso tiene un costo adicional. Yo llevaba dos bolsos: un koala y el de espalda. Por cargar con mi bolso me cobraron 25 dólares, desde ese campamento hasta la cima de la frontera con Panamá y Colombia. Esos caleteros juegan mucho con tu mente para que los contrates. Empiezan diciendo ‘mira te veo que vas caminando mal, dame para cargarte el bolso’. Nosotros salimos a eso de las 6:00 de la mañana y a la 1:30 de la tarde ya estábamos en la frontera Colombia-Panamá”, expresó.
Ya en la selva, encontraron cuatro campamentos en los que se puede descansar, comer o seguir con el recorrido. “Descansas en el cuarto campamento al cual llegas a las 11:00 de la mañana, dependiendo de la rapidez con la que vayas caminando. Ellos recomiendan que camines 3 o 4 horas seguidas y descansar 30 minutos. Recomiendan llegar antes de las 3:00 de la tarde, al último punto, porque eso lo cierran”, reveló.
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The New York Times
Ya en el cuarto campamento, los preparan para subir unas lomas, que cada uno equivale a 200 escalones. “Cuando vas, cada vez que vas subiendo, más alto se hace, y debes tener toda la fuerza para poder subir esas escaleras, que son de tierras. Ves a la derecha y hay un precipicio; ves a la izquierda y hay otro precipicio. Debes llevar la fuerza necesaria y alguien que te pueda guiar, porque hay mucha gente en el camino, pero tienes que ir con cuidado. El consejo es caminar mirando hacia abajo, porque si caminas mirando hacia arriba te cansas”, explicó.
“Subir esas lomas no es nada fácil, hay todo tipo de personas. Mujeres embarazadas, niños, es arrecho ver cómo personas con sus hijos recién nacidos pasan esa selva, no sé cómo explicarte eso. Salimos de Puerto Ordaz un grupo de aproximadamente 10 personas y todos nos ayudamos, solo éramos 3 mujeres. Ellos ayudaban mucho. Si tú vas a tomar este viaje, lo mejor es hacerlo acompañada porque sola se hace más rudo”, sugirió.
Tras subir las lomas, llegaron a donde dice frontera Panamá-Colombia, punto hasta donde pueden llegar los guías y las personas deben seguir solas hacia Panamá porque no permiten que los colombianos entren a su zona.
“Dicen que lo difícil es la subida, pero para nosotros lo más arrecho fue la bajada. Nosotros empezamos a bajar estando lloviendo y cuando llueve es muy rudo, porque todo está empantanado. ¡Es horrible! Nosotros en la selva duramos dos días y medio. Mi recomendación es que cuando empieces a bajar, no te detengas. Al bajar hay un río, te bañas, y tienes que seguir. En el camino te orientas, porque ya los haitianos han hecho el camino en esa selva y te guían dejando bolsas azules o algo azul que te indica que el camino es por ahí. Nos íbamos guiando con las bolsas azules hasta que llegamos a un primer campamento, que es de la Guardia Panameña. Ahí tú puedes descansar, y no te va a pasar nada. Pero al irte, debes dejar todo limpio. No piden colaboración para resguardarse en ese campamento”, detalló.
Su grupo optó por irse río abajo, ya que ingresar por la selva implica el riesgo de cruzarse con paramilitares. “Gracias a Dios, a nosotros no nos pasó nada, porque cuando sales de la selva, empiezas a escuchar esos cuentos de personas que robaron, que violaron, que mataron al esposo, que el esposo se cayó”, dijo.
“Llegué a ver un muerto, no lo vi completo, solo le vi la mano, porque el resto del cuerpo estaba completamente tapado. Había muchas carpas, y cuando las abrían, adentro había personas muertas. No vi ningún animal, solo una ardilla, nada de leones”, recordó María.
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Redacción Maduradas con información de La Patilla.
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