Bitcoin es tanto una moneda digital como un sistema. Un experto en tecnología conocido bajo el seudónimo de Satoshi Nagamoto, la creó en 2008 en respuesta a la crisis económica global.
Su legado fue revolucionario: Una divisa rentable que no dependía de gobierno ni banco central alguno. Es propiedad privada y se fundamenta en un código público, de acceso libre. Con ella, en algunos lugares del mundo, pueden pagarse bienes y servicios, y sirve para ahorrar.
“Mister Bitcoin”, apodo de un “minero” del occidente venezolano, se topó con la ocupación gracias a su núcleo de amigos. Graduado como contador público y gamer (jugador de videojuegos) por afición, vio comulgar lo mejor de ambos mundos en el cosmos de las criptomonedas.
Seis de sus procesadores descifran activamente códigos y algoritmos del bitcoin desde enero de este año.
“Es mentira que ganemos dinero sin hacer nada. Debemos estudiar el mercado. Debemos estar pendiente de las noticias. Hay que saber en qué vas a invertir. Demanda atención y dedicación”, afirma, orgulloso, a BBC Mundo.
Maneja una camioneta último modelo. Viste y calza de marca. Chequea con regularidad los subibajas del mercado del bitcoin en su iPhone de la más reciente generación. Apenas un puñado de cercanos saben de su oficio.
Los mineros en Venezuela son generalmente jóvenes emprendedores, en su mayoría del sexo masculino, familiarizados con el mundo de las tecnologías y miembros de clase media o pudientes.
Aplican filtros de verificación de identidad a quien desee ingresar a sus grupos de WhatsApp o Telegram. No quieren infiltraciones. Son agentes de cuello geek.
En la clandestinidad
El club de la minería no tiene sede exclusiva en Venezuela. Opera en la clandestinidad en decenas de casas, oficinas y galpones de ciudades como Maracaibo, Caracas, San Cristóbal y Valencia, bajo las narices de la policía local.
En ese inframundo hay zonas residenciales de acceso restringido en Maracaibo donde se instalan costosos equipos de sonorización y control eléctrico para minar monedas digitales, contó a BBC Mundo, Alberto Marín, periodista especializado en el área de las tecnologías.
Los niveles de confianza interpersonal y consanguinidad abren las puertas a la membrecía. Algún familiar o amigo cercano puede introducirte en el negocio.
“Nadie es jefe. No hay jerarquías. Todos trabajan para sí -para la blockchain, en realidad. El secreto a voces es que, mientras menos gente esté minando, mayor probabilidad de algoritmos y ganancias procesarán los miembros del selecto círculo. El hermetismo es indispensable”, recalca “Mister Bitcoin”.
Blanco y negro en el gobierno
El gobierno de Nicolás Maduro aborda la minería de criptomoneda desde la dualidad. Primero, expresó su alergia al bitcoin desde el año pasado con arrestos y decomisos de equipos en granjas de minería masiva. Sin embargo, hace unos días, el ministro de Agricultura, Wilmar Castro Soteldo, se rindió a las monedas digitales, “son un arma de soberanía, un ahorro alternativo seguro”, dijo.
“La economía mundial se puedes salvar con el rescate del patrón oro como referencia y el surgimiento de las criptomonedas. Es una de las grandes alternativas que tienen los pueblos de preservar la integridad de la humanidad”, manifestó el pasado 5 de septiembre en su programa trasmitido por el canal del Estado, VTV.
Boquiabiertos quedaron los mineros. Fue la primera alabanza pública al bitcoin de parte de un alto funcionario venezolano.
Ocurrió apenas semanas luego de que el gobierno de Estados Unidos anunciara sanciones financieras contra el Estado, que el oficialismo tildó de “bloqueo económico”.
Con información de BBC Mundo
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