Karelys Lozano, una madre de 30 años, contó la pesadilla que vive con su hijo que sufre de epilepsia y al cual las cataratas le cegaron de por vida. Como si eso no bastara, se les une una desgracia más, el hambre.
Lozano expresó que, además de todos los padecimientos propios de su condición, la desnutrición agrava más la situación del pequeño de 3 años, que apenas llega a los cuatro kilogramos de peso: “Comen arroz con mantequilla en ‘los días buenos’; en los peores, aire o sopa de mentira”.
Con apenas 12 días de nacido, el pequeño sufrió meningitis. Hace más de un año le diagnosticaron epilepsia, encefalopatía estática, tetraplejia espástica y demora motora. A todo este cúmulo de males se le suma la terrible crisis económica de la que su familia no escapa, y que le imposibilita conseguir las medicinas para su pequeño.
“Esto no se lo deseo a nadie”, dice sobre la desesperación de no tener qué darles de comer a sus hijos. Contó que a menudo les llena el estómago a sus hijos con «un invento»: harina de maíz sola cocida o fororo sin leche, cuando consigue.
“Me siento muy triste porque sé que mi situación es grave. Uno quiere para los hijos lo mejor posible (…) Pedirle a Dios es lo que hago”, finalizó.
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Con información de Diario La Verdad