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¡HUNDIDOS A MANOS DE UN INCAPAZ! El paquete de Maduro es más dañino que cualquier guarimba

Urgencia de ganar elecciones es lo que se desprende del discurso de Maduro. ¿Pero cómo hacerlo si lo que anunció fue un paquetazo y una mega devaluación?

Quiero hacer algunas precisiones que confirman lo que escribí a principios de esta semana, al evocar la frase de Luis Alfaro Ucero en 1998, de que AD debía morir con las botas puestas.

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Maduro y el chavismo hoy sufre el mismo dilema ante el reto de las elecciones parlamentarias:

1. Lo primero que percibí fue esa confesión insólita de Maduro de que en el exterior  -en la gira que acaba de sostener por el Lejano Oriente, el Medio Oriente y parte de Europa-  le preguntaban qué va a pasar en Venezuela.  La sola pregunta refleja la incertidumbre, la duda de mandatarios y líderes de otros países de si Maduro en verdad tiene el control de la situación, si puede sostener la economía, si puede ejecutar los cambios y concretar las medidas, si puede acabar con el horror de las colas, el desabastecimiento, si puede contener la inflación, si puede evitar el estallido social, y si puede ganar las elecciones parlamentarias. Los chinos, los rusos, los árabes, todos monitorean este país, igual que los cubanos. Con tantos chinos en Venezuela, quienes también hacen colas en supermercados, los informes llegan con urgencia a casa.  Sobre aquellos dirigentes planea la duda. Como planea en el PSUV. Como planea en el Gobierno. Las elecciones Parlamentarias están encima. Y la misma dirigencia –incluyendo Maduro- ha reconocido que serán unos comicios cruciales. El dato es la pregunta y lo que conlleva: si  el chavismo pierde, ¿qué ocurrirá? ¿Qué cambio se pone en marcha? La duda es porque la victoria no está segura, aunque Maduro proclame la victoria desde ahora.  Pero la verdad es que no está convencido y, por ello, tiene que apelar al sentimiento chavista. Al chavismo que sigue a Chávez, que no lo sigue a él. Anoche lo reconoció. Y dijo que aunque el pueblo lo  rechace a él, votará por la memoria de Chávez.

2. Esta duda de Putin, de Xin Jin Ping, por poner los ejemplos de los aliados más cercanos al chavismo, es lo que explica por qué, al final, Maduro regresa con las manos vacías de la gira. Tan vacías las manos que anoche no habló ni de los 5.000 millones de dólares para el Fondo Chino y menos de los 5.000 millones que se supone iban a fortalecer las reservas. La primera indicación que habrá recibido en China es que tiene que poner la casa en orden. De allí el paquetazo. Y el Dios proveerá, y cuando habló de Dios, la cámara enfocó al ministro Rodolfo Marco Torres, cuyo tic en su ojo derecho, se manifestó con otro parpadeo. Puro nervios.

3. Si Maduro vino con las manos vacías de la gira es porque los aliados no están seguros de la victoria. O dicho de otra manera: no hay confianza en lo que está haciendo. El propio Maduro, cuando intentó abordar la siguiente etapa de lo que sería el esquema cambiario que anunció, habló de que ella requerirá de un clima de confianza. Al fin y por fin reconoció el factor clave de la economía. O por fin lo expresó. El sabe que la desconfianza se ha instalado no solo entre los líderes aliados, sino entre el pueblo chavista y la dirigencia chavista. Que las encuestas no mienten. Que lo sabe el encuestador Luis Vicente León, a quien Maduro considera un buen analista.

4. Dicho todo lo anterior, vayamos a  otro plano. El discurso de Maduro, desde el punto de vista del chavismo, fue coherente. Otra vez afincó las culpas del fracaso económico en la guerra económica y ahora en la caída de los precios del petróleo. Habló de empresarios buenos y malos, intentando dividir al sector empresarial. Y enfocó el aspecto político sobre la guarimba, la oposición golpista y terrorista, y sobre otra oposición democrática pero que se pliega a la no democrática. Otro intento divisionista. Pero el chavismo aplaude. Intenta creer que todos los males provienen de los otros –incluso del imperialismo- y no del modelo. En consecuencia, Maduro no hace más que empeñarse en aglutinar a ese chavismo duro que cree en ello, y aún cree en el legado de Chávez. ¿Cuánto es eso electoralmente hablando?

5. Si los videos y el discurso –no son nuevos- en torno al sabotaje económico, la guarimba, y el asesino Leopoldo López, fueran efectivos, Maduro no tendría 80% de rechazo. No solo en la encuestadora de Luis Vicente León, sino en otras, incluyendo a GIS XXI. De modo que ratifico lo que ya dije en mi anterior artículo: Maduro y el chavismo saben que van a perder las parlamentarias, lo que quieren evitar es perder el control. ¿Pero cómo evitarlo?

6. Aquí entran en juego los nuevos elementos del escenario. Las medidas. El paquetazo. Mantener el dólar de 6,30 es mantener la distorsión y es seguir estimulando el contrabando y la corrupción. Unificar ambos Sicad en uno solo, es devaluar, y ello implica más inflación. Aumentar la gasolina, más inflación. Y el nuevo dólar, el que pasará por la Bolsa de Valores, aunque baje el paralelo, suponiendo el éxito de la subasta, -(Lo primero es la confianza en los actores)- significará que miles de rubros quedarán sujetos a este tipo de cambio que encarecerá desde autos hasta ropas y calzados de “libre” importación. El impacto es más inflación. ¿Cómo ganar las elecciones?

7. Maduro confía en los otros anuncios. En el aumento de salario. En los auxilios a los Hogares de la Patria. En la construcción de mayores viviendas. En los taxis chinos. Etc. Pero esto, justo, va dirigido al sector identificado con el chavismo. Y hasta aquí vuelve a ser coherente en el discurso. Pero hay que señalar que la cobertura electoral de todo ese programa social es limitada. Imposible detener el deslave del chavismo que no cree en Maduro, e imposible la conquista de indecisos, que fue uno de los primeros anuncios hechos por Diosdado Cabello después del III Congreso del PSUV, y de lo cual no ha vuelto a hablar.

8. Que Maduro haya aceptado de Merentes la sugerencia de volver a un mercado del dólar de subasta pública, que haga un esfuerzo discursivo por conquistar al sector privado para que traiga dólares, que por fin se decida por el aumento de la gasolina, y que apele a la intriga para dividir a la oposición, son señales de que los números electorales se le complican, y que el paquetazo, su paquetazo, -¿impuesto por China que es otro FMI?- puede complicarle todavía más el escenario electoral. Confía en la organización del PSUV. Confía en el ventajismo. Confía en que el sentimiento chavista aflorará entre sus partidarios, y lo salve de la derrota. Pero son deseos.

9. La realidad es otra. La realidad es que está obligado a ofrecer resultados rápidos. ¿Cómo terminar con las colas, por ejemplo? Si aprieta y persigue aún más al sector privado, no hará más que empeorar la situación.

10. La verdad es que el discurso se agota. Quedan los bolívares de la maquinita. Quedan los bolívares de la hiperinflación. Puede apelar a ello. Como en el 2012 –confesión de Jorge Giordani- se apeló al gasto  extremo para garantizar la reelección de un Chávez moribundo. Maduro igual puede apelar a un gasto indiscriminado en función de la victoria y el poder. Entonces, ni siquiera el recuerdo de Chávez podrá salvarlo. Lo que más le conviene es que las parlamentarias sean –como él lo dijo- una cita política y que gane la mejor opción para comenzar a recomponer el país en un nuevo marco institucional.

Kon Zapata

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