La inteligencia artificial ha pasado de ser considerada como una creación de la ciencia ficción a transformarse en una herramienta valiosa en diversos entornos profesionales, llegando a estar disponible para la población en general.
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El temido impacto de la IA en la pérdida de empleos ya se ha materializado en algunos sectores, como el de los dobladores de cine o los ilustradores, marcando solo el inicio de esta tendencia. A medida que exploramos los algoritmos de inteligencia artificial, observamos sus caras amables y hostiles. Las aplicaciones de IA para recrear a personas fallecidas son un ejemplo.
En los últimos años, ha surgido un fenómeno significativo en este ámbito. Algunas empresas utilizan la inteligencia artificial de manera lúdica para crear ouijas virtuales, permitiendo a los usuarios comunicarse con figuras históricas fallecidas. Sin embargo, también existen empresas que emplean la IA para facilitar la comunicación de sus clientes con seres queridos ya fallecidos.
Recientemente, se han compartido en redes sociales ejemplos específicos de estas prácticas. Un experimento en el programa «El Hormiguero» permitió a personas que habían perdido a un ser querido comunicarse con ellos a través de grabaciones de audio.
Asimismo, se difundió un video en el que una madre en Corea del Sur pudo abrazar virtualmente a su hija fallecida. Mientras algunos defienden que estas experiencias pueden ser beneficiosas para el proceso de duelo, otros las critican, argumentando que complican aún más el proceso.
En cuanto a la recreación de personas fallecidas mediante inteligencia artificial, algunos individuos, como el periodista James Vlahos, han utilizado esta tecnología de manera personal. Después de la muerte de su padre, Vlahos creó un chatbot llamado «dadbot», entrenado con grabaciones de su progenitor, permitiéndole comunicarse con él.
Este concepto evolucionó en la formación de empresas como Here After AI y Story File, que utilizan grabaciones de voz y vídeo para crear «avatares de historia de vida», representaciones digitales de individuos fallecidos que continúan existiendo en formato digital.
A pesar de las buenas intenciones de algunos creadores, existe la preocupación de que, a medida que estas tecnologías se perfeccionen, surjan empresarios que se aprovechen del dolor de las personas en duelo, generando ciclos de pagos recurrentes para acceder a estas recreaciones.
Además, el uso de la inteligencia artificial para recrear personas fallecidas plantea el riesgo de ofrecer una falsa sensación de cercanía, lo que podría retardar o incluso cronificar el proceso de duelo al eliminar la experiencia de hablar con los fallecidos sin esperar respuesta.
Cuando nos enfrentamos a un proceso de duelo que nos resulta difícil superar, la solución radica en buscar la ayuda de profesionales. Aunque inicialmente pueda parecer reconfortante hablar con la voz o ver la imagen de la persona fallecida, es probable que esto genere un vacío aún más profundo con el tiempo.
A pesar de que la inteligencia artificial puede facilitar muchos aspectos de nuestra vida, lamentablemente, no existen soluciones milagrosas cuando se trata de la muerte que nos permitan evitar el sufrimiento y las lágrimas. Aquello que aparentemente podría cerrar nuestras heridas podría, en realidad, provocar una apertura aún más dolorosa.
Redacción Maduradas con información de Hipertextual
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