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¡INDIGNANTE! El calvario de una venezolana que tuvo que recorrer 6 hospitales para dar a luz

Lucero es una joven delgada y morena que tuvo que pasar por muchas situaciones difíciles en el país antes de poder ver el rostro de su hijo por primera vez, ella se convierte en una de las tantas madres venezolanas que deben atravesar un calvario para poder dar a luz.

Infobae

En una entrevista, Lucero explicó que cuando asistió al médico para su control prenatal le indicaron que todo estaba bien; sin embargo, un día, cuando su hijo estaba listo para nacer todo se complica.

Estaba frente a su computadora cuando comenzó a botar líquido, se dirigió al médico y peste le indicó que se trataba de una dilatación, le recetó antibióticos y la envió de vuelta a casa. Pero reconoció que no tomó los medicamentos: «Mi intuición decía que no lo hiciera».

Dos días después, cuando regresó al médico para su siguiente consulta, el especialista le indicó que había roto fuente y que debían inducir el parto o practicarle una cesárea. Allí, dice la joven, «empezaron los juegos del hambre».

«Recorrí seis hospitales de Caracas. Fui a Maternidad Santa Ana, donde me dijeron que no tenían anestesiólogo. ‘Si vienes pariendo, con la cabeza del niño afuera, recién ahí te podemos hacer el parto’, me dijeron», relató.

De allí pasó a la Clínica Popular de Catia, donde le dijeron: «¿Tienes antibióticos en tu casa? Búscalos, porque puede contraer una infección», explicó que esa advertencia fue suficiente para que rompiera fuente y comenzara a salir demasiado líquido de su útero.
Se dirigió al hospital Miguel Pérez Carreño, donde le indicaron que no podían atenderla por falta de cama.

En ese centro asistencial le indicaron que debía dirigirse al hospital Universitario, donde le informaron que no podían atenderla por falta de agua.

En una clínica privada le cobraban cerca de 500 dólares por atender el parto, no tenía el dinero, por lo que tuvo que regresar al Pérez Carreño. La citaron a las 7:00 de la mañana con una orden médica que le ordenaba parir. Regresó a casa intentando descansar y cuando llegó la hora volvió al centro de salud donde apenas le hicieron el tacto le indicaron que no podrían atenderla y nuevamente le pidieron irse al Universitario.

«Me devolví al hospital Universitario y les dije atiéndanme, porque yo quiero tener a mi hijo. Eran las once de la mañana del 14 de julio del 2018 y lo único que escuché fue: ‘A esta niña hay que inducirle el parto porque tiene cinco dilataciones y perdió demasiado líquido’. Y me dijeron: ‘Si nace el niño, mueres tú‘», contó.

Sobre aquel duro momento, agregó: «Ahí en el Universitario a mí me atendieron ‘bien’, pero lo digo entre comillas porque prácticamente tuve que exigir que me atendieran. Les dije que tenía cinco dilataciones, que no aguantaba, que no me importaba que muriera yo pero quería que naciera mi bebé. Fue bastante rudo. Me hicieron firmar una hoja que para mi fue muy importante, porque me decían: no tenemos UCI (Unidad de Cuidados Intensivos) para neonatales. Es decir, si tu hijo nace sietemesino o con problemas respiratorios ellos no pueden hacer nada, si tu hijo muere es tu culpa, no es nuestra culpa. Y yo dije bueno, José Gregorio ayúdame, yo quiero que me hijo nazca… Y ahí me dijeron es tu hijo o tú, y yo dije somos los dos».

Luego de subir y bajar de una camilla sin asistencia, de caminar para que «bajara el bebé», pujar con un torniquete que habían olvidado retirar, finalmente nació Guillermo, su hijo estaba vivo.

Cuando todo terminó ella estaba muy débil, empezaron a hacer transfusión de sangre, mientras los médicos se preguntaban por qué no pasaba a través de la vía, ella les recordó de que el torniquete seguía puesto, lo retiraron y comenzó a pasar.

Luego fue llevada a una habitación donde compartió la cama con una muchacha que también acababa de dar a luz, luego la pusieron en una camilla y finalmente la llevaron a un cuarto con otras cinco mujeres, cuatro de ellas acaban de parir y estaban con sus bebés, a la quinta se le había muerto su hijo dentro del vientre.

Explicó que al siguiente día las dieron a todas de alta, la doctora indicó: «Váyanse todas. Aquí no hay cama para más nadie». Ella tuvo que quedarse para unos análisis que le harían a su hijo, todo el día comiendo lo que le proporcionaban en el hospital: «Tres dedos de crema de arroz y una arepa chiquita», «un puñado de arroz» y «tres cucharadas de pasta».

Redacción Maduradas con información de Infobae.

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