Recientemente, autoridades argentinas dieron con un escalofriante y misterioso descubrimiento: los restos de una mujer de 64 años de edad, identificada como Norma Gladis Traversaro, en su vivienda, donde también se encontraban los restos óseos de su propia madre, hasta ahora, solo identificada con el nombre de Matilda.
Los restos de la progenitora reposaban, para el momento del hallazgo, sobre la cama del único cuarto disponible en la derruida vivienda, y a sus pies, en el suelo, estaba el cadáver, ya en descomposición de Traversaro.
El hecho se produjo en la provincia de Chubut y, luego de cinco días de haberse encontrado los restos, estos no han podido ser reclamados, ya que se desconocen familiares cercanos a las fallecidas.
«No pudimos localizar a parientes directos, tampoco a alguna familia amiga porque era una mujer que vivía recluida en la casa, casi sin contacto con sus vecinos. Nadie conoce sus historias», dijo, al respecto, un funcionario policial de Corrientes que trabaja en el caso.
A pesar de que se maneja la teoría de la existencia de un hermanastro de la mujer fallecida en la zona de Bella Vista o Goya, aún no se le ha podido hallar, admitieron las fuentes.
Lo que dicen los vecinos
Los vecinos de la mujer revelan que desconocían que los restos de la madre pudieran estar en la vivienda, sobre todo porque nunca fueron muy conversadoras. Sin embargo, cuando comenzaron a percibir el olor putrefacto proveniente de la casa, decidieron alertar a las autoridades. Hacía al menos tres días que no veían movimientos en la propiedad.
La casa estaba flanqueada por un portón cerrado con rejas y candado, el cual no era abierto ni siquiera por Norma. Al parecer, salía por un espacio que había entre los barrotes.
Los vecinos refirieron que pensaban que Norma padecía alguna enfermedad psiquiátrica, no solo por su huraño comportamiento y aislamiento, sino porque tenían conocimiento de que uno de sus hermanos había fallecido en un hospital especializado en esas patologías y una hermana que también vivió en el lugar murió a causa de cáncer.
La vivienda no tenía energía eléctrica y carecía de casi todo el mobiliario: solo había mesa, algunas sillas y no mucho más. Además, en la entrada, había una bolsa con refrescos, víveres y un kilo de pan que se estima sería del delivery que llevaba alimentos dos o tres veces a la semana a la casa.
Redacción Maduradas con información de Clarín
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