El caso de Wendy Chavarriaga Gil es uno de los más sonados en la controvertida y movida vida emocional del narco colombiano Pablo Escobar Gaviria. Fue una joven de alta estatura, ojos verdes y una figura envidiable, que conquistó, a la primera, al hombre.
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Infobae
Como poseía su propia fortuna y era dueña de una lujosa vivienda en los alrededores del Club Campestre de Medellín, a dos cuadras de la casa de la familia Escobar, no le interesaban ni el poder ni el dinero del narco.
De acuerdo con Infobae, Escobar la citó a «La Escarcha», luego de que uno de sus hombres le comunicó que una mujer que había llegado desde los Estados Unidos deseaba verlo por un tema de negocios. Cuando vio semejante belleza, se dice que quedó «obnubilado«. Logró seducirla, por primera vez, sin requerir ayuda de nadie.
A pesar de lo rápido del primer encuentro, de apenas 25 minutos, estos fueron suficientes para enamorar al narco, tanto que Wendy llegó a tener cierto poder de influencia en este. Sin embargo, nunca el suficiente para lograr que Pablo se separara de su única esposa, Victoria Eugenia Henao.
Comentaron, en su momento, sus allegados, que Escobar estaba sumamente entusiasmado con Wendy. Se jactaba, constantemente, de su conquista, y amaba escaparse a Estados Unidos con ella y caminar del brazo con su novia.
Sin embargo, Wendy comenzó a pasar la frontera que el narco imponía a sus amantes. El primer incidente ocurrió cuando acompañó a Escobar un sábado por la tarde a un acto en la plaza de Envigado y se ubicó frente a él. Apenas a unos metros de distancia estaba Victoria, acompañada por una de sus hermanas, que conocía la relación extramatrimonial de su cuñado.
Aunque no le dijo nada a su hermana, se le acercó a Wendy y, con un tono de furia le dijo: «Este es el lugar de mi hermana y si no te bajas ya, te tiro por el balcón».
Wendy se fue del lugar en silencio y sin causar escándalos. Más allá de eso, el triángulo amoroso funcionaba sin mayores sobresaltos.
Uno de los límites más marcados que Pablo establecía a sus amantes es que no salieran embarazadas, hecho que Wendy ignoró. Cuando se embarazó, en el primer momento, empezó a esquivar a Pablo, a poner excusas para no verlo. De allí, decidió viajar a Estados Unidos, pero el narco se enteró de que la mujer estaba grávida y que planeaba huir. Así que la llamó para encontrarse en una casa a la que llamaba «La Escarcha».
Durante horas, parecieron ser los amantes de siempre. Hasta que Escobar se deshizo del abrazo y llamó a sus hombres. Cuatro de ellos, ingresaron y sedaron, a la fuerza, a la mujer que, al despertar, se encontró con la horrible escena.
«Te lo saqué«, le dijo Escobar, con frialdad.
Por entonces, la mujer tenía cinco meses de embarazo y, al conocer ese sombrío lado de su lado, intentó arrojarse de la ventana, pero fue detenida. Escobar, herido por la traición, terminó la relación.
Venganza y muerte
Ese día de 1983, Wendy juró vengarse, para lo cual sedujo a uno de los sicarios de Escobar, conocido como «Popeye«.
No solo lo encontró y lo conquistó, sino que fueron a un departamento que Escobar le había comprado a Wendy cuando eran amantes. Allí, tuvieron relaciones en la misma cama que Wendy había compartido con el narco.
Sin embargo, Popeye no guardó el secreto y le contó a Escobar.
«(Ella) hace el amor muy bueno, Pope. Pero déjeme que le diga, usted no es un hombre para Wendy: ella es para capos. Tenga cuidado, ahí hay algo raro«, sentenció el capo, pero permitió que continuara la relación.
A partir de entonces, Escobar siguió cada movimiento de la pareja: intervino el teléfono de su ex amante y descubrió lo que tramaba: usaba a Popeye para vengarse de él y entregarlo a la policía. Por ello, llamó a su hombre a una reunión en la que también estaba Pipina, mano derecha de Escobar.
«Yo sabía que cuando el jefe mandaba a matar a uno de la organización, se lo encargaba a su mejor amigo. El ambiente estaba pesado, pero yo pensaba qué había hecho para merecer la muerte«, comentó, años después, el mismo Popeye.
Al lado del narco había un grabador. Cuando puso el contenido, se escuchó la voz de Wendy en medio de una llamada telefónica: «Popeye no me dijo aún dónde está Pablo. Sí, sí, cuando me diga le aviso».
La comunicación de la ex amante era con un efectivo del Bloque de Búsqueda, una unidad especial de la Policía colombiana, creada con un solo fin: capturar vivo o muerto a Pablo Escobar Gaviria.
La sentencia de muerte de Wendy acababa de ser firmada. Popeye probó su lealtad al participar en el asesinato de la mujer, de la cual, afirmó mucho después, se había enamorado profundamente. De hecho, no tuvo la capacidad de matarla él mismo, por lo que encomendó a otros a hacerlo.
La citó en un lujoso restaurante. La orden era primero usar un revólver y luego rematarla con una pistola. Sabrían que el momento para actuar llegaría cuando la vieran ponerse de pie y dirigirse hacia el teléfono del lugar.
El sicario llamó al restaurante desde un teléfono fijo, ubicado a media cuadra del lugar y preguntó por ella. Escuchó cuando el mozo dijo su nombre y se quedó pegado al auricular. Oyó el taconeo y también dos disparos. Luego, el grito ahogado de Wendy.
«Quería oírla morir, porque yo me sentí pequeño, usado, idiota», contó después.
Poco después, apareció en el restaurante y vio el cuerpo sobre un charco de sangre.
«Me salió de adentro un espíritu maligno. Me había traicionado a mí y a mi Dios, don Pablo. Yo la quería con toda mi alma, pero me sentí usado. Ella me enamoró para vengarse de Pablo. Me estaba utilizando para llegar a él. Y sabía que la mataban a ella o me mataban a mí. Y preferí que fuera ella. Nunca sentí nada igual», admitió.
Redacción Maduradas con información de Infobae
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