Este fin de semana, Chris Roybal, exinfante de la marina estadounidense, asistió con su madre al Route 91 Harvest Festival de Las Vegas, como anticipo de su cumpleaños 29. Durante el recital, se separaron un rato y, posteriormente, fueron sorprendidos por la ráfaga de disparos de Stephen Paddock, quien atentó contra la multitud desde el lujoso hotel Mandalay Bay.
«Dicen que mi hijo dijo: ‘Estoy herido’. Le dieron en el pecho y cuando se agacharon todos por la metralleta, él se agachó y cayó para atrás. Ahí quedó«, contó su madre, Debbie Allan, al canal Univision.
La víctima combatió cinco años en Afganistán, desde donde logró regresar ileso, cuentan sus familiares.
«Mi hijo fue lo mejor que tuve en mi vida. Fue mi primer todo. Era bello. Era un hombre tan increíble, chistoso, le encantaba cantar. Estuvo en combate y regresó sin heridas, vino a un concierto y murió», reveló Allan.
Desconsolado, el abuelo de Chris, Stalin Mendoza, residente en Downey, California, repite el mismo dato desgarrador: “Nunca tuvo un rasguño, regresó y le pasa esto».
Roybal, a través de su cuenta en Facebook, había escrito un relato de cómo se siente el impacto de un disparo en el cuerpo y la reacción que se experimenta:
“Es una pregunta que la gente hace porque es algo que menos del 1% de nuestra población estadounidense experimentará alguna vez. Especialmente, cuando ocurre diariamente. Mi respuesta es siempre la misma, no una llena de un sentimiento de orgullo o ego, sino una respuesta llena de verdad y auténtico miedo y enojo, que por cierto, van de la mano.
¿Qué se siente al recibir un tiro? Es una pesadilla de la que ninguna cantidad de drogas, ninguna terapia ni ninguna borrachera con tus compañeros veteranos de combate te hará posible escapar”.
Chris había dejado la Marina y se mudó de California a Colorado por una oferta laboral.
Redacción Maduradas con información de Infobae
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