De acuerdo con un trabajo de Armando Info, las mujeres venezolanas que llegan a Trinidad y Tobago quedan expuestas a una industria que las convierte en mercancía sexual.
Armando Info
La historia de Lilia ofrece un acercamiento a lo que viven decenas de criollas que buscan un mejor futura y terminan siendo víctimas de estas redes.
Una solicitud de amistad en Facebook fue el inicio de esta historia, se trataba de una adolescente que supuestamente reside en Maturín, en el oriente del país, las jóvenes comenzaron una amistad en la red social y más tarde comenzaron a verse, la nueva amiga la invitaba a fiestas y otros espacios sociales con amigas, y cuatro meses después de iniciada su amistad le ofreció empleo recogiendo botellas en un restaurante.
Lilia, de 17 años, pensó que era una buena oferta para salir de la crisis que se vie en Venezuela, pero fue engañada. Terminó como rehén de una red de explotación sexual en Trinidad y Tobago.
Al igual que Lilia, otras 21.000 venezolanas, entre adultas y menores de edad, han sio víctimas de estas redes durante los últimos seis años.
Se conoció que cuando la red capta a sus víctimas y estas aceptan ser trasladadas bajo engaño a la isla, son sometidas a esclavitud mediante violencia física y psicológica.
Estas ofertas de trabajo engañosas suelen ser parte de la estrategias de los grupos criminales para captar a sus víctimas.
Lilia le mintió a sus padres, dijo que iba a casa de una amiga, en noviembre de 2019, solo salió con una cartera pequeña, pero luego de varias horas no regresó a casa.
Después de eso solo se comunicaba por Facebook con sus familiares, pero no ofrecía detalles sobre su ubicación, pero días después su padre fue contactado por las autoridades que le informaron que la joven fue dteenida en una redada en Cunupia, Trinidad y Tobago, junto a otras jóvenes.
Luego, los registros de las conversaciones en Facebook permitieron determinar que la supuesta amiga fue quien la convenció de hacer ese viaje, el perfil de la joven en la red social la muestra como una chica joven con más de 2.600 amigos, la mayoría adolescentes de Maturín y otras zonas del oriente del país.
«Quizá nosotros como padres debemos tomar un poco más de precaución», dijo Jorge, el padre de Lilia.
«Tanto miedo que yo siempre tenía y todo lo que le decía para protegerla, mi hija tuvo que aprenderlo de la peor manera. Las condiciones económicas llevan a que la gente se desespere y vienen este tipo de personas a ofrecer soluciones rápidas», lamentó.
Redacción Maduradas con información de Armando Info
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