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¡LE CONTAMOS! «¡Júrame que no lo hiciste a propósito!»: Revelan oscuros secretos de la noche que el rey Juan Carlos mató a su hermano menor

El 29 de marzo de 1956, Juan Carlos y su hermano menor, Alfonso, se encerraron en el gimnasio de la residencia familiar en Estoril. Se escuchó un disparo seguido de un grito que alarmó a toda la casa. Al entrar a la habitación, el padre de los jóvenes encontró al futuro monarca con una pistola en la mano y a su hijo menor con un tiro en la cabeza. 

Archivo

Ese episodio perseguiría al monarca español por el resto de su vida, como bien se relata en una crónica publicada en el portal de noticias Infobae y firmada por Daniel Cecchini.  

«¡Júrame que no lo hiciste a propósito!», preguntó en un grito Juan de Borbón y Battenberg, Conde de Barcelona, con los ojos clavados en los de su hijo mayor, Juan Carlos. Así comenzó la película de terror para la familia.  

Juan Carlos, de 18 años y futuro rey de España, no respondió a la pregunta de su padre. Como era de esperarse, ese silencio de su hijo mayor se conoció años después de aquella noche del 29 de marzo de 1956, Jueves Santo, cuando entre las 8:00 y las 08:30 de la noche se escuchó una detonación primero y después un grito en la habitación del tercer piso del palacio. 

Para sumar a la polémica, el comunicado oficial de la embajada española en Lisboa fue escueto: «Estando el infante don Alfonso de Borbón limpiando una pistola de salón con su hermano, la pistola se disparó, alcanzándole en la región frontal, falleciendo a los pocos minutos. El accidente sucedió a las veinte horas y treinta minutos al regresar de los oficios del Jueves Santo, donde había recibido la sagrada comunión», decía. 

¿PUDO SER INTENCIONAL?


Nunca se pudo comprobar, pero antes de la muerte de Alfonsito, las revistas de sociedad y las especializadas en el gotha describían a los hermanos como llenos de virtudes, pero con caracteres opuestos. 

“(Alfonso) Era amigo de pescadores, caddies y taxistas. Era el travieso, el bondadoso, el más humano de la familia. Su hermano y él se adoraban, aun siendo dos polos opuestos. Nacido uno para el ejercicio del poder y el otro para el ejercicio de la cordialidad. Mentalmente, don Alfonso era como su abuelo, Alfonso XIII: simpatía y responsabilidad”, los definió Luca de Tena. 

Al día siguiente de la muerte de su hermano, Juan Carlos fue enviado a España, donde terminó su formación lejos del resto de su familia, con la que se reunió muy pocas veces desde entonces, detalló Cecchini en su artículo.

Redacción Maduradas con información de Infobae

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