El diario Clarín aseguró que el pasado 1° de enero, 200 venezolanos pudieron viajar a su país tras permanecer 4 días varados en el Aeropuerto Internacional Ezeiza, Argentina.
Durante esos días en que los connacionales esperaban por regresar a Venezuela para pasar el fin de año con sus familiares, ese medio de comunicación argentino conversó con más de 70 pasajeros que anhelaban llegar a su país y reencontrarse con sus seres queridos.
En medio de esas conversaciones, al Clarín le llamó la atención que al menos 30 de ellos retornaba a Venezuela para ya no regresar a Argentina.
Fernando y Luisanny, ambos de 24 años de edad, vivieron durante tres años en Buenos Aires, pero se percataron que ya no había más nada que hacer allá. “Tras mucho pensar, muchas noches de desvelo y llanto de impotencia, de tantas veces postergar la decisión pensando que podríamos revertir la situación, nos volvemos a Venezuela. La ‘misión Argentina’ fue suficiente, no encontramos lo que vinimos a buscar”, expresaron afligidos.
“Lo hemos dado todo, trabajamos un promedio de 11 horas por día cada uno, haciendo reparto de mercadería, siendo empleados en comercios de ropa, haciendo delivery, cocinando comida venezolana, pero nada alcanzaba para solventar el alquiler y vivir. La inflación y el precio de los alimentos nos aceleró el regreso, no imaginábamos que sería tan compleja la economía argentina”, dijeron.
La pareja ya instalada en Puerto La Cruz aseguró que es duro volver a Venezuela porque “acá tampoco nos esperaban con los brazos abiertos”.
Aunque no existen daros oficiales, Carlos Rojas y Carlos Calcurian, dos experimentados agentes de turismo que venden pasajes solo a venezolanos hace años, afirmaron que “80% de nuestros clientes se quiere ir de la Argentina. Muchos regresan a Venezuela y otros buscan mejores alternativas en Chile primero y Uruguay después. ¿Por qué Chile? Porque se paga mejor y hay más posibilidades: un repartidor en moto puede levantar 300 dólares por semana”.
Calcurian, que labora en la agencia Yakkatours, asevera que no es fácil realizar estadísticas, “pero puedo sacar un cálculo por la demanda de viajes que yo vendo y la de otros colegas, además de la página de Facebook ‘Venezolanos en Argentina’, que es muy reveladora y comenta a diario la situación de los compatriotas. Y estoy realmente sorprendido por lo que se está viviendo desde noviembre de 2021, cuando empezamos a calcular que se estaban yendo unos 1.000 venezolanos por mes. Una gran parte retorna a Venezuela y muchos otros no se resignan a buscar otros destinos”.
“Muchas veces hablo con mis compatriotas que están desesperados, que quieren irse de un día para el otro, mientras que yo trato de ejercer de psicólogo y pedirles que planifiquen con antelación el viaje. En algunos casos dicen que no hay chances, quieren el pasaje de inmediato para evitar pagar un nuevo mes de alquiler. En mis cuatro años aquí es la primera vez que percibo la desesperación por irse. ¿Por qué? El deterioro en Argentina fue muy grande y repentino”, expresó Calcurian, quien lleva 4 años residiendo en ese país.
Por su parte, Rojas, quien opera en Criollo Tours desde 2017, “la inflación en Argentina es preocupante y hoy en día está más acelerada que en Venezuela. Así como está pasando ahora arrancó el tobogán al abismo en nuestro país. Y eso explica el éxodo venezolano, que dejó de estar en cuentagotas para transformarse en un goteo permanente. En los últimos dos meses vendí 215 pasajes: todos de un tramo y con destino a Venezuela”.
Recordó que cuando llegó a esa nación en 2017 “el dólar estaba a 15 pesos. Se podía con esfuerzo lograr una mejor calidad de vida, por eso llegaron cantidad de venezolanos y hasta 2021 teníamos el dato oficial de casi 220.000 en el país. El tema es que a partir de 2019 se empezó a desmoronar la economía bruscamente y desde hace un año la inseguridad se ha incrementado de manera muy peligrosa. Entonces empezamos a sentir que volvíamos a estar en Venezuela, pero pagando alquiler y sin nuestros seres queridos”.
La abogada Dubraska Zurit, de 31 años de edad, ha vivido durante 3 años en Argentina junto a su esposo, Carlos Romeo, de 41 años, quien es ingeniero mecánico. Tiene dos hijos de diez y cuatro, y alquilan un dos ambientes en San Isidro. “Nos vamos, nos cansamos de remarla, regresamos a Venezuela con frustración, no era lo que imaginábamos, pero no podemos seguir aquí, ya no es vida esto”, lamentó.
En la actualidad, Romeo es quien trabaja y percibe el único ingreso: 55.000 pesos laborando en una compañía de desinfección. “Tenemos un alquiler de 25.000, más los impuestos, nos quedan un poco más de 20.000 pesos para comer y viajar cuatro personas el resto del mes. ¿Cómo se hace? Yo hice de todo, trabajé como encargada en una zapatería, tenía un cargo de mucha responsabilidad, me tenían en negro y me terminaron debiendo tres meses de un sueldo que ya era bajo: 25.000 pesos. Tuve tanto estrés que me enfermé con una pancreatitis”, explicó.
Redacción Maduradas con información de Clarín.
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