El portal afecto al oficialismo Aporrea publicó este viernes un artículo en el que lamentó que el gobierno trate de ignorar que duerme «con el enemigo al lado», en referencia a los recientes acercamientos que ha tenido el presidente Nicolás Maduro con el abogado constitucionalista, Hermann Escarrá.
El autor Freddy Kamel, se preguntó si al mandatario se le olvidó que Escarrá convocó a una marcha «sin retorno» para solicitar la renuncia de Chávez, además, formó parte de la defensa de los comisarios Forero y Simonovis.
«En política no es aconsejable tenerle miedo al cuero después de haber matado al tigre. Y decimos esto porque después de diecisiete años de ininterrumpido proceso, se considera que es tiempo suficiente para percatarse que la revolución llegó al punto de no retorno», dice el polémico texto.
Aquí el artículo completo:
¿Sera que el gobierno considera que está perdido y siente el agua en el cuello, y que quizás por eso este algo confundido cuando ignora que duerme con el enemigo al lado? Conociendo el pájaro por la cagada y los riesgos cuando se tiene amarrado el burro en dos palos, uno se pregunta: ¿qué sentido tendría que en un acto de desesperación, ahora el gobierno coincida con quienes saltaron la talanquera para convertirse en enemigos jurados del proceso?
¿Verdad que hay sobradas razones para que Nicmer Evans, haga público su cuestionamiento a un renegado como Hermann Escarrá, quien de la noche a la mañana se convierte en asesor constitucionalista del inquilino de Miraflores? ¿Acaso al igual que los Borbones de la Restauración francesa, también olvidamos tan rápido que ese abogado camaleón fue el mismísimo que convoco a una marcha sin retorno para solicitar la renuncia de Chávez; y que además, formo parte de la defensa de los comisarios Forero y Simonovis, ambos autores intelectuales y materiales de la horrenda masacre del Puente Llaguno, el 11 de abril del 2002?
Entonces, tenemos o no fuertes motivos para afirmar que con amigos como esos, no hacen falta enemigos.
En política no es aconsejable tenerle miedo al cuero después de haber matado al tigre.
Y decimos esto porque después de diecisiete años de ininterrumpido proceso, se considera que es tiempo suficiente para percatarse que la revolución llegó al punto de no retorno, y que a estas alturas no debería existir coincidencias entre partidarios del socialismo con los agentes de un decadente capitalismo que ya hiede a formol.
Por ello, estamos en total desacuerdo con Nicolás Maduro, cuando por pecar de ingenuo o estar mal asesorado, le entregó sin garantía alguna la bicoca de cinco mil quinientos millones de dólares a un golpista confeso y convicto como Lorenzo Mendoza, dueño de las empresas del «Grupo Polar», y quien no pierde ocasión sino que las busca para lanzar sus puñaladas traperas contra el pueblo empoderado en revolución.
¿Y porque al enemigo no hay que darle ni sal ni agua, ahora cobra más vigencia la recomendación de Chávez de que hay que ser cándido como las palomas y astuto como la serpiente?
Y porque el poder es el poder así la casa tenga el techo roto, presumimos que sea necio pensar que alguien esté obligado a ceder su turno en las puertas del cielo, menos cuando se trata de una justa causa que beneficia al colectivo. Resumiendo el cuento, hoy, existen suficientes elementos de convicción que justifican la declaratoria del estado de excepción, pues ni pendejo que fuéramos para ponerle la papaya a quienes sin piedad alguna llevan siglos hambreando al pueblo. Entonces, si sabemos todo esto,
¿Por qué dormir con el enemigo al lado, a sabiendas que quieren pasarnos por la guillotina? O no es verdura el apio.
Por Aporrea.