Erlymar Romero, una mujer venezolana que estaba en Estados Unidos recibió la peor noticia de su vida a través de una llamada telefónica donde le indicaban que su hija se había suicidado, de inmediato compró pasajes y regresó a Venezuela.
A la semana siguiente, los exámenes forenses revelaron que su hija, Sofía, de 12 años, quien estaba al cuidado de su padrastro, fue golpeada y abusada sexualmente, antes de ser lanzada presuntamente desmayada desde el edificio donde vivía en Guarenas, estado Miranda.
«Hace nueve meses, el 24 de enero del presente año a mi hija la mataron y no solamente la mataron, la violaron, lo quisieron hacer pasar por un suicidio», explicó Romero.
Por este hecho fueron detenidos su esposo, Carlos Herrera, de 30 años; y su suegra, Lorena Istúriz, de 52.
A Herrera se le acusa de feminicidio agravado y abuso sexual a un niña con penetración en grado de continuidad, mientras que Istúriz es señalada como cómplice no necesario de feminicidio. Ambos se han declarado inocentes.ñ.
«Nunca te vas a imaginar que la persona con la que te casas, y tienes un hijo va a hacer algo así. Si te dicen media hora antes, la única persona que estaba era él y su mamá, y mi bebé de un año y medio», dijo la madre.
Se conoció que el juicio aún no ha comenzado y el proceso es constantemente diferido, mientras tanto, la madre pide justicia.
«Yo lo que quiero es que haya una sentencia definitiva y que no se siga postergando porque lo que han hecho es eso, postergar cada sesión, cada audiencia», destacó Romero al señalar que los presuntos responsables gozan de beneficios.
«Está en una celda especial (…), tiene uso de teléfono, redes sociales, tiene visitas de todo tipo, nada más por pagar. Entonces, sabes, como yo digo, siguen viviendo una vida normal. O sea, mientras tengas plata, mientras puedas pagar, ellos van a estar tranquilos y no, él no tiene arrepentimiento de nada», sentenció.
Romero y Herrera tienen un hijo de un año y medio, se conocieron en 2017 en Ecuador, a dónde ambos habían emigrado. Regresaron a Venezuela con el objetivo de ir a Estados Unidos posteriormente, ella se fue primero porque tenía visa, y los niños quedaron con Herrera mientras ella tramitaba una solicitud de asilo y las solicitudes de pasaportes de la familia que recibieron poco después del crimen.
«Estaba toda contenta porque ya faltaba nada para llevarla. Era una niña completamente alegre», contó Romero desmintiendo cualquier hipótesis de suicidio.
Además, agregó: «Ya estaba todo listo para llevarlos en febrero y solo me fui seis meses y 20 días. Nunca abandoné a mis hijos».
Redacción Maduradas con información de VOA.