El pasado 30 de marzo se registró un incidente entre la nave de la Armada venezolana GC 23 ARB Naiguatá y el buque portugués Resolute. Sin embargo, hasta el momento nadie ha explicado por qué el buque se negó a ser inspeccionado y qué llevaba en su interior.
Desde que ocurrió el incidente han quedado más dudas que respuestas, comenzando por el comunicado del 31 de marzo, suscrito por el Ministro de la Defensa, en lugar de haber sido por la Comandancia de la Armada, por el Comando Estratégico Operacional e incluso por el Alto Mando Militar, porque la gravedad del hecho así lo ameritaba.
El escueto comunicado del ministro del régimen Vladimir Padrino López se limitó a decir que el 30 de marzo el guardacostas Naiguatá, mientras hacía labores de patrullaje al noroeste de la isla La Tortuga, fue abordado por el buque de pasajeros Resolute, al momento en el que se le efectuaba un procedimiento de control de tráfico marítimo, lo que generó daños de gran magnitud y ocasionó la zozobra del referido guardacostas.
La empresa Columbian Cruise Services es la dueña del Resolute, un buque que ha estado implicada en varios hechos por lo menos extraños.
La excusa de la empresa fue que la Armada venezolana quien los agredió, cuando estaban a 13,3 millas náuticas de la Isla de La Tortuga, cuando luego de un día a la deriva iban con 32 tripulantes “para realizar un mantenimiento de rutina de un motor”.
La versión del capitán del Resolute es que mientras él estaba haciendo consultas desde el guardacostas Naiguatá les hicieron disparos de pistola, para luego aproximarse por estribor a gran velocidad y colisionar deliberadamente.
Redacción Maduradas con información de Infobae
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