En el barrio de Engenho Novo, al norte de Río de Janeiro, fue encontrado muerto Luiz Marcelo Antônio Ormond, un respetado empresario local. La principal sospechosa de este crimen es su novia Julia Andrade Cathermol Pimenta.
Infobae.
Los vecinos de Ormond alertaron a las autoridades debido a un insoportable hedor que emanaba de su apartamento. Al ingresar, los bomberos y la policía hallaron el cuerpo del empresario en un avanzado estado de descomposición, sentado en el sofá de la sala. Alrededor se encontraron paquetes de morfina y dos ventiladores, uno en el techo y otro en el suelo, que soplaban hacia una ventana abierta, en un intento por disimular la putrefacción.
La investigación fue exhaustiva y compleja. Las autoridades entrevistaron a vecinos y amigos del empresario, recopilando información sobre sus últimos días, mientras continúan la búsqueda de Julia Andrade Cathermol Pimenta, quien se encuentra prófuga. Los testimonios coincidieron en señalar un cambio en el comportamiento de Luiz Marcelo, quien parecía cada vez más enfermo y debilitado en las semanas previas a su muerte, lo que reforzó la teoría de un envenenamiento progresivo.
Las grabaciones de seguridad del edificio comenzaron a revelar los eventos que condujeron a esta dantesca escena. El viernes 17 de mayo, Luiz Marcelo fue visto por última vez saliendo de la piscina acompañado de Julia. En el ascensor, las cámaras captaron un inquietante detalle: Luiz Marcelo sostenía un plato con un bombón de chocolate, mientras Julia cargaba una botella de cerveza. Tras un breve intercambio afectuoso, las imágenes mostraron a Luiz Marcelo inclinado contra el espejo, tosiendo y cerrando los ojos, signos que sugerían los primeros efectos del envenenamiento.
El informe forense confirmó las sospechas: Luiz Marcelo había ingerido un bombón de chocolate envenenado, conocido localmente como brigadeirão. Las pruebas apuntan a un plan meticulosamente orquestado por Julia, quien permaneció en el departamento durante todo el fin de semana después de la muerte de su novio.
Suyane Breschak, una autodenominada «mentora espiritual» de Julia, declaró que Julia le debía una exorbitante suma de dinero, lo que podría haber sido un móvil para el crimen.
Las evidencias recogidas revelan una premeditación y frialdad escalofriantes. Julia no solo vivió con el cadáver de su novio durante días, sino que también intentó eliminar cualquier rastro que la vinculara con el crimen.
Redacción Maduradas con información de Infobae.
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