Laura Castellanos, joven de 25 años y madre de tres hijos, decidió recurrir a medidas desesperadas para cubrir el tratamiento de su hija.
La mujer pasó el puente internacional Simón Bolívar hacia Cúcuta, Colombia, para vender su cabello y poder comprar la insulina.
Cuando llegó a la ciudad fronteriza escuchó a un hombre gritar: «¿Quién quiere vender su cabello?».
Castellanos se sentó en un banquito de plástico y detrás de ella una mujer con tijeras largas comenzó a cortar su ondulado cabello.
Durante el proceso, la venezolana cargaba en sus brazos a la más pequeña de sus hijas, de tan solo dos meses de edad. Las otras dos esperaban junto a su papá, Jhon Acevedo.
El ambiente era frío, la mujer cortaba mechón por mechón y se lo entregaba sin decir una palabra a la compradora, quien pagó 30.000 pesos colombianos que son equivalentes de 10 dólares.
“Es la primera vez que lo hago”, dijo Laura Castellanos, oriunda del estado Táchira.
Al terminar el negocio, la madre se dirigió a comprar la insulina de Andrea, una de sus hijas mayores, la cual necesita inyectarse tres veces al día.
“No hay medicina, es difícil. Las personas están muriendo en Venezuela porque no pueden obtener los medicamentos que necesitan”, contó.
Los padres de Andrea compraron el medicamento en 8.000 pesos colombianos o 2,65 dólares.
Redacción Maduradas con información de BBC Mundo.