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¡MISERIA SOCIALISTA! Damnificados en la calle continúan apoyando al chavismo

Mientras corre la promesa de ser reubicada, Rosiel Castro, damnificada de San Agustín, se limita a pasar las noches a la intemperie en un campamento improvisado con sábadas, bolsas de plástico y algunos que otros enseres a un costado de la avenida Lecuna, la misma que en 2007 el entonces presidente Chávez prometió convertir en la primera avenida socialista de la ciudad, ¿Curioso no?

Castro, quien desde hace diez días habita una de las aceras junto con sus seis hijos, tres de sus nietos y su pareja, forma parte de una de las 48 familias que, en días pasados, fueron desalojadas por funcionarios de seguridad del Estado de tres edificaciones que son propiedad del Metro y que serán retomadas por la compañía, según declararon los afectados.

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Ella indica que durante los tres años que ocupó una de las edificaciones, donde supuestamente se construirá un Simoncito, jamás tuvo problemas con la compañía estatal. Relata que dividió el lugar con cortinas y repartió una habitación para cada hijo, pero ahora regresa nuevamente a la calle, donde debe ingeniárselas para cocinar y hacer sus necesidades fisiológicas a escondidas, en cubetas, para evitar la mirada de quienes circulan por la avenida Lecuna.

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Con papeles en mano, relata que desde que se quedó sin casa, hace nueve años, ha realizado trámites para obtener una vivienda, pero hasta la fecha no ha obtenido respuesta. Tarantines, niños que van y vienen sobre las aceras, duchas y fogones improvisados son ahora parte de un corredor vial en donde debía construirse un proyecto habitacional que aportaría 1.450 viviendas para el mismo número de familias.

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Sin embargo, siete años después, el plan de modernización anunciado por el Ejecutivo, en conjunto con la compañía Metro, adeuda cuatro edificaciones, lo que ha impedido alcanzar la meta habitacional en la zona. El alumbrado público, la inseguridad, el deterioro de la vía y los semáforos siguen siendo un problema en un corredor que debía transformarse en un ejemplo. Mirla Árias, quien se refugia en un toldo playero junto a otras cuatro familias, dice que es el único sitio que tiene para resguardarse de la lluvia junto a sus tres hijos. Una cama, algunas sábanas y prendas de vestir es todo lo que tiene para protegerlos. «La lluvia es el problema más grave», asegura mientras otro afectado advierte que en horas nocturnas el sitio se convierte en el lugar de trabajo para los transexuales.

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Aunque el domingo en la madrugada un grupo de funcionarios de la Guardia Nacional intentó desalojarlos, las familias se resisten a abandonar la zona. Reclaman viviendas dignas.

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