El ayuno intermitente consiste en restringir la alimentación diaria a una ventana de cuatro a 12 horas y no tomar nada más el resto del día, la mayoría de las personas que siguen este régimen comen ocho horas y ayunan durante 16.
Un estudio reciente, realizado a más de 20.000 adultos, mitad hombres y mitad mujeres, en edad promedio de 49 años, y se les hizo un seguimiento de entre ocho y 17 años, reveló que las personas que limitan su alimentación a menos de 8 horas tienen un 91% más probabilidades de morir por enfermedad cardiovascular, en comparación con las que comen entre 12 y 16 horas.
“Restringir el tiempo diario de comida a un periodo corto, como 8 horas al día, se ha popularizado en los últimos años como una forma de perder peso y mejorar la salud del corazón» pero lo cierto es que «no se conocen los efectos a largo plazo”, advirtió Victor Wenze Zhong, autor principal del estudio y jefe de epidemiología de la Escuela de Medicina de la Universidad Jiao Tong de Shanghai, China.
Los autores tomaron 20.000 adultos, revisaron la información sobre los patrones dietéticos de los participantes en las Encuestas Nacionales de Examen de Salud y Nutrición (NHANES) anuales de 2003 a 2018 y los compararon con los datos sobre las personas fallecidas en los Estados Unidos entre 2003 y 2019, los resultados arrojaron que entre las personas con enfermedades cardiovasculares y una duración de la alimentación inferior a 10 horas al día se asoció con un 66 % más de riesgo de muerte por enfermedad cardíaca o ictus.
La restricción horaria no redujo el riesgo global de muerte por ninguna causa, mientras que la alimentación superior a 16 horas diarias se asoció a un menor riesgo de mortalidad en las personas con cáncer.
«Nos sorprendió descubrir que los que seguían un horario de alimentación restringido a ocho horas tenían más probabilidades de morir de enfermedades cardiovasculares», manifestó Zhong.
Al respecto, agregó: “Aunque este tipo de dieta ha sido popular debido a sus posibles beneficios a corto plazo, nuestra investigación muestra claramente que, en comparación con un horario de comidas típico de 12-16 horas al día, una menor duración de las comidas no se asoció con vivir más tiempo”.
Redacción Maduradas con información de DW.
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