Según un artículo publicado por VOA, la pérdida de la capacidad adquisitiva de los venezolanos ha generado una consecuencia evidente en la criminalidad en el país. El Observatorio Venezolano de la Violencia (OVV) considera que esto tendría que ver con las pocas oportunidades de crímenes lucrativos al asaltar o secuestrar a ciudadanos de a pie.
De hecho, en 2017, el OVV reportó un poco más de 26.616 homicidios y en 2021, este número bajó a un poco más de 11.082.
«En Venezuela, se redujeron los robos a los cajeros automáticos, los secuestros exprés, los robos de la gente que iba a sacar un dinero al cajero automático; bueno, porque sencillamente lo que se puede sacar de un cajero automático es ridículo«, dijo a la Voz de América Roberto Briceño, director del la organización.
Aparentemente, las dificultades del transporte público en Venezuela, los apagones y el empobrecimiento de las familias, ha impactado las rutinas de los ciudadanos y, por tanto, en las dinámicas de quienes cometen delitos comunes.
«En un país donde la gente evita salir de noche y la moneda local no tiene mayor valor, los delincuentes se han movido a otro tipo de delitos que consideran más lucrativos«, señala el artículo.
Briceño detalló que los nuevos delitos afectan a las grandes empresas, ya que son extorsionadas por estos antisociales. La consecuencia es que el ciudadanos común «siente» que está más «seguro».
«Yo diría que hay menos delitos, por lo menos para nosotros los taxistas ha estado más suave la inseguridad”, afirma Miguel Ángel Barón, taxista de profesión.
Asaltos al transporte público o arrebatos de celulares o dinero en efectivo ha perdido vigencia, igualmente, para Briceño.
«La gente perdió mucho el temor a que le roben el celular porque sencillamente ya no tienen celulares o son tan viejos que ya no tienen ningún valor para los delincuentes (…) El robo del transporte público prácticamente desapareció porque los delincuentes no tenían nada que robarles a las personas», dijo.
Cero optimismo
Para Briceño y para Gabriela Romo, psicóloga Clínica, esta «falsa» sensación de seguridad es contraproducente, ya que las personas sienten que están a salvo y «bajan la guardia», cuando no deberían hacerlo.
«Se están poniendo en una situación de mayor vulnerabilidad y se ponen también en más peligro», asegura Romo.
Además, para Briceño, esto no quiere decir que haya aumentado el estado de derecho y la seguridad de las personas.
Delincuencia migrante
Según OVV, los delitos también han mermado por la consolidación de grandes bloques criminales que imponen su propia ley en las áreas que controlan.
«Hay zonas en las cuales han bajado los robos, lo delitos y no porque haya más presencia de la ley, del estado del cumplimiento de las normas, sino porque son zonas controladas por las bandas criminales (…) Impiden robar, me decían a mí: ‘Mira aquí no se roba, aquí se cuida’. Es una paz criminal la que se está imponiendo allí», añadió.
Y otro gran factor sería la migración de algunos delincuentes a otras fronteras, pero con la dificultad de que, gracias al acento y el fenotipo, son rápidamente identificados.
Redacción Maduradas con información de VOA
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