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“Mi padre no me abrazo”: Harry reveló en su libro la fría forma en la que el Rey Carlos III le anunció que Lady Di había muerto

El príncipe Harry reveló en su libro biográfico “Spare, en la sombra” un episodio que vivió con su padre, el rey Carlos III, después de la muerte de su madre, Lady Di, y que lo ha marcado hasta la actualidad.

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En el capítulo “Desde la noche que me envuelve”, el duque de Sussex explicó las luchas que atravesó desde temprana edad para superar la muerte de la princesa de Gales. Recordó esa noche en Balmoral que quedó grabada en su memoria, pese a ser uno de los lugares favoritos para él y su hermano William para pasar las vacaciones.

“Lo que intento decir es que allí fui feliz. A decir verdad, es posible que nunca fuera más feliz que aquel fatídico día dorado de verano en Balmoral: el 30 de agosto de 1997”, cita el texto.

Esa noche, su padre, el entonces príncipe Carlos, se vistió con un esmoquin, saludó a sus hijos que comían y fue a atender a los invitados.

Aseguró que solía taparse con las sábanas o las mantas de la cama, porque no le gustaba la oscuridad, la “aborrecía”. “Mi madre también, me lo había confesado. Eso lo había heredado de ella, pensé, junto con la nariz, los ojos azules, su amor por la gente y su odio a las ínfulas, lo falso y todo cuanto oliera a pijerío”, expresó.

Harry describió los últimos momentos que vivió antes de enterarse de la muerte Lady Di: “Me veo bajo esas mantas, mirando fijamente a la oscuridad, escuchando los chasquidos de los insectos y el ulular de los búhos. ¿Imaginé que unas formas se deslizaban por las paredes? ¿Contemplé la franja de luz del suelo, que siempre estaba ahí porque yo insistía en que dejaran la puerta entreabierta todas las noches? ¿Cuánto tiempo pasó antes de que me venciera el sueño? En otras palabras, ¿cuánto me quedaba de infancia, y cuánto lo disfruté, lo saboreé, antes de, todavía adormilado, descubrir a…? — ¿Papá?”, indicó.

“Estaba plantado junto a la cama, mirando hacia abajo. Su bata blanca hacía que pareciera un fantasma en una obra de teatro. — Sí, mi querido hijo. Me dedicó una media sonrisa y apartó la mirada. La habitación ya no estaba a oscuras. Tampoco había luz. Era una extraña penumbra, casi parduzca, casi como el agua de la vetusta bañera. Me miró de un modo extraño, con una expresión que nunca le había visto antes. Con… ¿miedo?”, explicó.

Añadió que le preguntó al entonces príncipe Carlos qué sucedía. El hijo mayor de la reina Isabel II se sentó en el borde su la cama y le puso una mano en la rodilla de Harry.

“— Mi querido hijo, mamá ha tenido un accidente de autos. Recuerdo que pensé: ‘Un accidente…, vale. Pero está bien, ¿no?’. Recuerdo como si fuera ayer que eso fue lo que se me pasó por la cabeza. Y recuerdo que esperé con paciencia a que mi padre me confirmarse que, en efecto, mamá estaba bien. Y recuerdo que no lo hizo”, relató.

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Comentó que en ese momento “se produjo un vuelco interior” y comenzó a rogarle a su padre, a Dios, o a los dos, que su madre estuviera con vida.

“Mi padre examinó los pliegues de las viejas colchas, mantas y sábanas. — Ha habido complicaciones. Mamá ha resultado gravemente herida y la han llevado al hospital, mi querido hijo. Siempre me llamaba ´querido hijo’, pero lo estaba repitiendo mucho. Hablaba en voz baja. Daba la impresión de que estuviera en shock. — Ah. ¿El hospital? — Sí. Con lesiones en la cabeza”, indicó.

El hijo menor de Lady Di y el rey Carlos II señaló que no recuerda que su padre haya mencionado a los paparazzi que perseguían a su exesposa antes de que tuviera un accidente de tránsito en París, Francia. “Los fotógrafos eran un problema tan grande para mi madre, para todo el mundo, que no hacía falta ni decirlo”, dijo.

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Mencionó que pensó que su madre estaba herida, pero se encontraba bien. “La han llevado al hospital, le curarán la cabeza e iremos a verla. Hoy. Esta noche como tarde”, manifestó.

“Lo han intentado, mi querido hijo. Me temo que ya no se ha recuperado”, le dijo su padre.

Afirmó que esas palabras las lleva “clavadas como dardos”. “Lo dijo así, de eso estoy seguro. ‘Ya no se ha recuperado’. Y luego todo pareció detenerse”, comentó.

“No permanece en mi recuerdo nada de lo que le dije a continuación. Es posible que no abriera la boca. Lo que sí recuerdo con deslumbrante claridad es que no lloré. Ni una lágrima. Mi padre no me abrazó. No se le daba muy bien expresar sus emociones en circunstancias normales, ¿cómo iba a esperarse otra cosa durante semejante crisis? Es cierto que posó la mano una vez más sobre mi rodilla, y me dijo: — Todo irá bien”, precisó.

Después de ello, el entonces heredero al trono se levantó y se marchó de la habitación en la que le había informado a su hijo menor que no volvería a ver a su madre con vida. “No recuerdo cómo supe que ya había pasado por el otro cuarto, que ya se lo había contado a Willy, pero lo sabía”, dijo.

Me quedé allí tumbado, o sentado. No me levanté. No me bañé, no hice pipí. No me vestí. No llamé a voces a Willy o Mabel. Tras décadas de esfuerzo por reconstruir aquella mañana, he llegado a una conclusión ineludible: debí de permanecer en aquella habitación, sin decir nada ni ver a nadie, hasta las nueve en punto de la mañana, cuando el gaitero empezó a tocar en el exterior”, relató.

Harry comentó que no recuerda qué melodía tocó el gaitero, “ese milenario instrumento está diseñado para amplificar lo que ya se lleva en el corazón. Si te sientes tonto, las gaitas te emboban más. Si estás enfadado, hacen que te hierva más la sangre. Y si pasas por un duelo, aunque tengas doce años y no seas consciente de ello, quizá especialmente en ese caso, las gaitas pueden volverte loco”, expresó.

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Redacción Maduradas con información de Infobae.

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