“¡Prepárense para un tiempo de masacre y muerte si fracasara la revolución bolivariana!”. Nicolás Maduro aprovechó la inauguración de un centro de alimentación socialista cerca de Caracas para lanzar un mensaje apocalíptico pocas horas antes de la llegada de Felipe González a Venezuela. Y lo hizo de forma iracunda, abroncando a los presentes e imitando a Hugo Chávez, quien gustaba de los mismos juegos histriónicos para apretar sus filas en los momentos más complicados, publica El Mundo.
A lo largo de una semana repleta de apariciones públicas, el “hijo de Chávez” ha dejado constancia, sin decirlo, de que las encuestas son catastróficas para el chavismo: entre 15 y 20 puntos separan a los candidatos de la Mesa de la Unidad Democrática (MUD) de los oficialistas. El índice de popularidad de Maduro no llega al 25%, “la gestión peor evaluada de la historia nacional”, según el editorial de ‘Tal Cual’, el diario reconvertido en semanario del perseguido Teodoro Petkoff. De ahí al llamado a “repolarizar” al país para seguir con los “logros” de la llamada revolución bonita.
“Llamo al despertar nacional frente a una oligarquía que se dedica a buscar malandros (delincuentes) para pagarles con dólares y droga para que se cometan crímenes horribles en las calles”, añadió el primer mandatario, sin pruebas, en el mismo día que una banda de la caraqueña Cota 905 arrinconaba a efectivos policiales lanzándoles granadas y a tiro limpio. El hampa desbordada, como les gusta resumir a los venezolanos.
Los agentes tuvieron suerte: sólo hubo siete heridos. La guerra no declarada que sufre Venezuela desde hace una década se ha cobrado este año la vida de 60 uniformados sólo en el Gran Caracas. El mundo al revés: a los policías, en vez de temerlos, se les mata para robarles el arma y como demostración de poder en las calles.
Una violencia que vive capítulos crueles todas las semanas. Crueldad máxima, en eso no yerra Maduro. A Manuel Villarroel, de 13 años, le mataron mientras jugaba en su habitación con la Playstation, en su domicilio caraqueño. Unos ladrones entraron a robar: le asestaron una puñalada en el cuello y un golpe en la cabeza con un bate de béisbol. A María de los Ángeles Aguilar, de la misma edad, le pegaron tres balazos cuando salía de la ducha, en su casa de Santa Teresa del Tuy. Los malandros buscaban a su hermano, pero se vengaron con ella.
El segundo país del mundo en homicidios (casi 25.000 el año pasado) y el primero, por goleada, en el ranking de la inflación. Pese a que el Banco Central de Venezuela (BCV) no publica cifras, este viernes se supo que la inflación interanual, la que va desde mayo de 2014 al mes pasado, ya ha superado los tres dígitos: los precios aumentaron un 105,9%, frente al 3,8% de Colombia, el 4% de Ecuador o el 5,2% de Bolivia, según la proyección de Latin American Consensus.
“Hace unos meses la escasez era el principal mal que afectaba a la familia venezolana. Poco a poco está siendo desplazada por la inflación”, afirma Henkel García, director de Econométrica. La recesión (-6,5% en el PIB) acompaña las colas que siguen inundando las calles de gente en busca de alimentos, productos básicos y medicinas.
La voraz crisis económica y la violencia salvaje forman parte del día a día de los venezolanos en su ejercicio cotidiano de supervivencia. Una situación que guarda parecido con el famoso Periodo Especial cubano, pero donde la política es muy distinta: la oposición reclama desde hace semanas que el Consejo Nacional Electoral (CNE) haga pública la fecha de las trascendentales elecciones parlamentarias, que tanto preocupan a Maduro.