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¡PARTE EL ALMA! Aparecen los familiares del abuelito abandonado y no creerás lo que dijeron

¡Una de esas historias que desgarran el alma a cualquiera! Roberto Ramírez, el abuelito de 95 años que fue abandonado por sus familiares y dejado a su suerte en una urbanización de Maracaibo, tampoco logró obtener atención tras su muerte. Sus familiares no lo acompañaron en el velorio ni se acercaron a darle el último adiós.

Tras su fallecimiento el pasado lunes a las 10.30 de la noche, sus 6 hijos y 11 nietos fueron notificados de su deceso, pero poco pareció importarles.

Foto: Panorama.

Foto: Panorama.

«Que donen su cuerpo porque no tenemos dinero para enterrarlo»

“El martes, uno de los nietos llegó al Inass con una actitud muy fría. Se le entregó el informe médico para que tramitara el acta de defunción; sin embargo, solo se limitó a decir: ‘Nosotros no tenemos dinero para enterrarlo. Donen el cuerpo a la escuela de medicina de LUZ’. Prometió volver con el documento y no regresó”, contó una de las trabajadoras del geriátrico.

El diario Panorama lo reseña así: «Roberto fue abandonado dos veces: en vida y en muerte». Según explica el conocido medio marabino, el ataúd marrón permaneció solo, en medio de la capilla del Instituto Nacional de Servicios Sociales (Inass), organismo que se encargó de gestionar el sepelio junto con la Gobernación del Zulia.

El martes, los vecinos del edificio Jabillo III, donde estuvo abandonado, se acercaron para darle el último adiós y recordar los momentos que compartieron con él y todo el amor que le brindaron mientras permaneció en la planta baja de la residencia, en Sabaneta.

«Quiero que Dios me lleve porque no soporto seguir viviendo sin el amor de mis hijos»

Roberto no deseaba continuar viviendo solo y abandono sin el calor de sus familiares. “Yo amo la vida, pero quiero que Dios me lleve porque no soporto seguir viviendo sin el amor de mis hijos”, confesó a unas de las empleadas del lugar que se encargaba de llevarlo en su silla de ruedas, tras llegar de un paseo del geriátrico donde se encontraba.

Roberto llegó al Inass, el pasado 15 de junio, luego de permanecer durante tres días en la planta baja de la residencia, donde vive una de sus hijas, abogada de profesión.

«Ella afirmó que no podía cuidarlo porque viajaría, y lo dejó bajo el sol, con una bolsa negra donde le guardó su ropa y pertenencias», aseguraron vecinos. Roberto quedó solo, pese a que seis de los siete hijos que tuvo son profesionales: ingenieros, maestra, bibliotecóloga, e incluso, una médica.

Un grupo de vecinos se encargó de darle el amor y la atención que su familia debía darle. Se convirtió en el abuelo de todos. Durante su permanencia en el edificio siempre agradeció a todos por el afecto: “Son la mejor familia que tengo. Han hecho de todo por mí”, repetía Roberto, cuando lo trasladaban hacia el Inass.
Su traslado al geriátrico entristeció a los habitantes del edificio El Jabillo III, quienes lloraron y prometieron no abandonarlo.

Promesa que cumplieron hasta el final. El pasado jueves fue la última vez que los vio. Sus ojos brillaron de alegría. Conversó cuanto pudo con ellos. Estaba, aparentemente, tranquilo.

Trascendió que los organismos del Estado podrían tomar medidas legales en contra de los parientes, por el trato cruel. Además, velarán porque los bienes que dejó sean resguardados.

Con información de Panorama.

Lamentable historia. ¡Que descanse el paz, abuelito! No olvide dejar sus comentarios.

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