Solo tres varas de carne cocinaban este martes en el Restaurante El Rincón del Chivo, en Ciudad Guayana. En meses previos, en años previos, en días normales, colocaban en cocción hasta 10 varas de carne. Con el déficit de la proteína, los platos con carne disminuyeron y el establecimiento tuvo que incorporar pollo al menú y aumentar el volumen de cochino para complementar.
En sintonía con el vacío de las carnicerías que no reciben el producto desde hace más de una semana por la diferencia de precios del mercado con la regulación oficial y las amenazas de sanciones de no cumplir la regulación, en el restaurante no reciben carne desde hace 10 días y el inventario que guardaban como un tesoro ha sido estirado hasta más no poder y alcanzará, asegura el propietario Luis Rodríguez, hasta este miércoles, reseña Correo del Caroní.
“La próxima semana no sabemos qué haremos, estamos nerviosos”, dijo.
Mientras en El Rincón del Chivo queda un día de carne; en el Rancho Loefling -a pocos metros del primero- el producto se agotó por completo y en el menú del restaurante -especializado en carnes- solo ofrecen pollo, cochino y pescado.
El Bigote del Abuelo, ubicado en la avenida Las Américas de Puerto Ordaz, tampoco escapa a la situación. La carne duró hasta el lunes y este martes el menú se reducía solo a cochino y pollo con sus acompañantes, y sopa de costilla.
“Si no hay carne, cuando una persona vaya a un restaurante le van a ofrecer pollo; en el segundo, también le ofrecerán pollo y seguirá recorriendo y al quinto también le van a ofrecer pollo, entonces la gente se va a aburrir”, señaló Rodríguez, quien explicó que no tienen garantía de suministro, pues los frigoríficos están cerrados por la baja en el sacrificio de animales.
En El Rincón del Chivo, informó, decidieron ofrecer una parrilla mixta con pollo, cochino y carne desde hace una semana para estirar el poco inventario de carne, “les explicamos a nuestros clientes la situación y, por supuesto, al final ellos son los que deciden, pero si todos piden carne colapsamos más temprano, cerramos más temprano”.
Restaurantes de carne, sin carne
En uno de los íconos de las especialidades en carne a la parrilla, El Bigote del Abuelo, la carne alcanzó hasta el lunes. El encargado, Armando De Olim, explicó que desde este martes algunos platos no se podrán ofrecer por el déficit de la proteína. Por ahora, dijo, solo ofrecerán pollo, cochino y pescado.
“Tenemos 15 días sin comprar carne y la existencia se agotó. El problema de los precios y los suministros nos ha afectado”, dijo. Platos bandera como la parrilla argentina dejarán de tener un ingrediente primordial, la carne.
“Peor es cerrar”
A Lesmes Iglesias, propietario del Rancho Loefling en la avenida homónima, la misión del restaurante -especializado en carne en vara- le ha empezado a causar ruido. “Somos un negocio de carne, pero no tenemos carne desde hace dos semanas, sino cochino, pescado y pollo”, dijo.
El empresario explicó que en los últimos días algunos distribuidores le han ofrecido la proteína hasta en Bs. 800 el kilogramo, 264% más que el precio establecido por el Ejecutivo de Bs. 220 el kilo; pero adquirirla a ese precio lo obligaría a subir los precios del menú de forma exorbitante, cuestión que ahora prefiere no hacer. “No la he comprado porque si ese precio me escandaliza a mí, sería un insulto también para el cliente”, dijo.
El menú, sin embargo, aunque tiene opciones asequibles, trasluce el alza de la inflación. Una rueda de sierra con ensalada, por ejemplo, cuesta Bs. 800, mientras que otras especies como dorado y cojinúa oscilan de Bs. 500 a Bs. 800 en función del tamaño.
“Todo está carísimo, antes la sopa la vendíamos a Bs. 80 y si era para llevar regalábamos el envase. Ahora cuesta Bs. 250 y si es para llevar tenemos que cobrar el envase porque subió de Bs. 1,5 a Bs. 19. Cuando abrimos el negocio, el camión de leña costaba Bs. 1.000 y ahora la venden en Bs. 9 mil”.
La situación lo ha llevado a reducir personal y sacar platos de vez en vez. De la oferta de platos, mencionó, han retirado las pastas por el alza del carbohidrato; la ensalada capresa y césar por el aumento de tomates y la escasez de la mostaza; y las fosforeras por el incremento de los mariscos.
Aunque la rentabilidad ha mermado, señala que “peor es cerrar”.